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martes, 5 de febrero de 2013

El topo que quería saber quién se había hecho aquello en su cabeza


Edición con sonidos

Primera edición, 1989

Esta edición, Alfaguara Infantil, 2011

Todo empezó cuando un día, el topo asomó la cabeza por su agujero para ver si ya había salido el sol:
(Aquello era gordo y marrón; se parecía un poco a una salchicha… y lo peor de todo: le fue a caer justo en la cabeza.)
“¡Qué ordinariez!”, chilló el topo. “¿Se puede saber quién se ha hecho esto en mi cabeza?”
(Pero era tan corto de vista que no pudo descubrir a nadie.)

Hay temas que, en la literatura como en la vida, muchos deciden no nombrar. Así como la muerte, los temas escatológicos (por sus propios motivos) pasan desapercibidos ya en una relación que empieza (o a veces hasta en esas relaciones que son de por vida) o en cuentos donde a una princesa rara vez se le sale un pedo. Pero, así en la vida como en la literatura, un pedo siempre es razón de risa, igual que alguien sin saberlo se cague (anécdota para revivir alguna fiesta que se está yendo al traste), y por eso las historias donde se incluyen estos temas del bajo vientre siempre serán un tesoro, que sólo se cuentan con copas de más o bien a aquellos que se les tiene mucha confianza (aunque esto no aplique a mi familia Castillo, doctorada en cuentos de temas escatológicos y de muertes atroces).
Pero aunque la caca puede ser motivo de risa, muchas veces lo es de enojo; por eso no sorprende la reacción del personaje principal del presente libro, que al asomar el hocico para ver cómo pinta el día, éste lo recibe con un batido en la cabeza.
Así inicia esta microhistoria de detectives con un tema por todos favorito. Y de ahí todas las partes necesarias para este tipo de relato: un conflicto-misterio que nuestro protagonista, un topo con un sombrero de pirulí, se decide a resolver, uniendo cabos e interrogando hasta que pista por pista desechada (en un cuento de desechos) consigue al informante perfecto: una mosca.
Entra también en juego otro subgénero tan acariciado en los libros para niños: el de la colección-enciclopedia. Así el lector conoce página a página cómo cagan distintas especies, desde el ave hasta el conejo y, claro, era de esperarse: en su merecida venganza, conocemos (para los que nunca la habíamos visto) la popó del nuestro protagonista.
La presente edición viene además acompañada de sonidos, que más remiten a cómo hace la caca de cada animal al caer, que cómo hace el animal mismo. Característica original, aunque quizá con un potencial poco explotado, pues uno piensa que si ya se tomaron la molestia de darle sonido a estos marrones colores, podrían haberlo aprovechado para hacer más partes de cada ilustración hablar.
El texto de Werner Holzwarth va acompañado por las ilustraciones del gran Wolf Erlbruch, mejor conocido por el libro favorito de chicos y grandes El pato y la muerte, que toca también ese otro tema tabú. Para los amantes de lo escatológico, no se pierdan esta joya, oro freudiano (en palabras de Fernando Del Paso). No se arrepentirán.

Bonus track
Encontré este corto en stopmotion hecho con plastilina, pero por algún problema de copyright con la música que al parecer sólo aparecía al final, les quitaron el audio. Ponga usted la canción que más le guste y disfrute de la animación.

jueves, 3 de enero de 2013

El ciempiés y la araña

Juan Gelman y Eleonora Arroyo
Primera edición, 2011


Taller de Comunicación Gráfica/Conaculta


Había una vez un día como cualquier día.

Una araña esperaba sentada al borde del camino más oscuro del bosque.

Se rascaba la cabeza, pensativa.

Al ver que venía el ciempiés, la araña se puso de pie y se le acercó muy respetuosa.

—Señor ciempiés —le dijo— ¿puedo recurrir a su gentileza para hacerle una pregunta? ¿Cómo hace usted para caminar, señor ciempiés? ¿Adelanta primero las cincuenta patas de la derecha y después las cincuenta de la izquierda? ¿O veinte y veinte? ¿O diez y diez? ¿O una y una?

Hay un gran número de primeras impresiones. Algunas vienen por los ojos, otras de oídas pero a veces aparecen de maneras que nos remiten a la niñez. Así conocí El ciempiés y la araña, alguien me lo leyó en voz alta.
Muchos esperamos con ansia la llegada de las ferias del libro, no sólo porque desde hace un par de años ferias como la FILIJ preparan una programación especial para ilustradores, o porque hay una gran variedad de novedades que uno se muere de ganas por tener, sino porque, tal como la navidad para algunos, para otros todas las ferias del libro reunidas en esas fechas de fin de año, son algo así como mágicas.
En uno de los primeros recorridos por la feria, en el stand de Conaculta encontré una nueva colección: Había otra vez. A ella pertenece este libro, cuyo texto es de Juan Gelman con ilustraciones de Eleonora Arroyo. Pero ese día no lo compré, porque cuando lo hojeé y leí yo sola parada en ese stand no ocurrió ninguna magia. No así días más tarde en el taller de la ilustradora Elena Odriozola y del editor Alejandro García, responsable precisamente de esta serie (y también conocido por los Libros del Zorro Rojo).
Para contextualizar el libro, Alejandro nos presentó a Juan Gelman a través de este texto de Eduardo Galeano:

El poeta Juan Gelman escribe alzándose sobre sus propias ruinas, sobre su polvo y su basura. Los militares argentinos, cuyas atrocidades hubieran provocado a Hitler un incurable complejo de inferioridad, le pegaron donde más duele. En 1976, le secuestraron a los hijos. Se los llevaron en lugar de él. A la hija, Nora, la torturaron y la soltaron. Al hijo, Marcelo, y a su compañera, que estaba embarazada, los asesinaron y los desaparecieron. En lugar de él: se llevaron a los hijos porque él no estaba. ¿Cómo se hace para sobrevivir a una tragedia así? Digo: para sobrevivir sin que se te apague el alma. Muchas veces me lo he preguntado, en estos años. Muchas veces me he imaginado esa horrible sensación de vida usurpada, esa pesadilla del padre que siente que está robando al hijo el aire que respira, el padre que en medio de la noche despierta bañado en sudor: ¡Yo no te maté, yo no te maté! Y me he preguntado: ¿Si Dios existe, por qué pasa de largo? ¿No será ateo, Dios? (Eduardo Galeano, El libro de los abrazos)

La gran pregunta que suelta Galeano: “¿Cómo se hace para sobrevivir a una tragedia así sin que se te apague el alma?” parece abrir un nuevo trecho de respuestas (y más preguntas) con este libro, equivocadamente etiquetado como libro para niños (que los libros ilustrados son para todos).
Las ilustraciones de Eleonora Arroyo narran paralelamente microhistorias de los personajes. La técnica sumamente plástica llena de calidez el ambiente del bosque: pintura, estampados, texturas y papeles de colores estructuran el escenario en el que la acción se muestra de manera cinematográfica, con tomas abiertas (ante la pregunta y la larga reflexión), tomas medias (cuando cada quien hace lo suyo: la araña teje con agujas, el ciempiés limpia sus botas), o acercamientos tremendos (cuando el silencio crece y cala). Entonces ya no se distinguen ni siquiera los personajes principales, sino quienes habitan el bosque y también quieren una respuesta. Así todos los lectores somos una libélula, un trío de aves, un grupo de mariposas. El abandono final de las botas es tan contundente como el texto: los zapatos solos no van a caminar. El bosque ha quedado desolado.
Así, cuando el ciempiés intenta responder a la araña, simplemente no lo logra:

Hubo un largo silencio. La araña se fue. Entonces el ciempiés se puso a pensar cómo caminaba. Y no caminó nunca más.

Pues para que el alma no se apague, no se piensa cómo caminar, solo se sigue caminando.

***************
En medio de la clase mi teléfono sonó. Le había prestado mi celular a Alejandro para leer el fragmento de Galeano. Era mi contador que, inesperadamente tenía el mismo nombre que el papá de Alejandro, y eso lo desconcertó. Denegó la llamada, terminó de leer y me devolvió el aparato. Entonces nos leyó en voz alta el libro. Me quedé releyendo la cita sobre Gelman cuando entró otra llamada. Era mi mamá. Mi abuela acababa de morir en Mazatlán. Eran pasadas las cuatro de la tarde. No había mucho que pudiera hacer, así que entré al baño de La Esmeralda un momento (que coincidió con el receso) y volví a la clase sin saber exactamente qué hacer. A la salida, me compré el libro y me fui caminando y leyendo, leyendo y caminando hasta mi coche.

domingo, 12 de febrero de 2012

La invención de Hugo Cabret

Brian Selznick



Primera edición: 2007

Primera edición en México: 2010



Desde su posición privilegiada tras el reloj, Hugo podía observarlo todo. Manoseó inconscientemente el pequeño cuadernos que llevaba en el bolsillo y se dijo que debía tener paciencia. El viejo de la tienda de juguetes estaba discutiendo con una niña que tenía más o menos la edad de Hugo. A menudo la veía llegar a la tienda con un libro bajo el brazo y desaparecer tras el mostrador. El viejo parecía nervioso aquel día. ¿Se habría dado cuenta de la desaparición de los juguetes? Aunque así fuera, Hugo no podía hacer nada para remediarlo. Si robaba juguetes era porque le hacían falta. El viejo juguetero y la niña discutieron un poco más y por fin ella cerró el libro y se fue corriendo.

Cuando el libro salió en 2010, yo no sabía nada de Hugo Cabret. Pero el año pasado, con el estreno de la librería de SM en la planta baja de la editorial, y mientras esperaba con Jorge a que bajara Quetzal para llevarnos a lo más alto de aquel edificio, veíamos la vitrina llena de novedades y viejos títulos cual niños en una juguetería. Ahí estaba La invención de Hugo Cabret que Jorge encontró emocionado, cuya historia hablaba de un niño, un autómata y un tal Georges Méliès. Platicamos emocionados con Quetzal sobre el libro, y más tarde cuando lo vimos para comer, traía dos ejemplares de regalo.

No lo leí de inmediato, pero ojeaba con encanto sus imágenes. El libro, de complexión robusta, pareciera volverse liviano cuando uno encuentra dentro tantas ilustraciones. Para aquel que quiere a toda costa ceñir una obra en un género, quizá le resulte difícil decidir si La invención de Hugo Cabret se trata de una novela, de una novela gráfica o de algo más. Baste decir que no es coincidencia que Selznick sea diseñador de formación, ni que el libro trate de cine como tema medular.
Las ilustraciones en grafito, resueltas con extrema finura y potencia, arman secuencias visuales que página a página conducen al lector por situaciones que no impactarían igual de haber sido descritas o relatadas con palabras, tal como ocurre con el lenguaje cinematográfico. La entrada en la historia de hecho es un paulatino close-up que nos lleva de la luna a una ciudad a una estación a una muchedumbre a un escondite a un túnel a los ojos de un juguetero y al ojo asomado a través de un reloj de quien acabamos de conocer como el protagonista de la historia.
La invitación al cine viene desde la Breve Introducción hecha por el narrador, profesor H. Alcofrisbas: “Imagínense que están a oscuras, como si fuera a comenzar una película”. Por eso el diseño del libro también resulta fundamental para su disfrute: un fondo negro enmarca palabras e imágenes por igual, y centra nuestra atención igual que lo hiciera una pantalla en la oscuridad de una sala.
Este libro ilustrado, novela gráfica o quimera, narra la historia del pequeño Hugo Cabret, de apenas 12 años de edad, quien vive solo en la estación de trenes de París, y está encargado de dar cuerda a los relojes de este lugar. Sabemos desde el inicio que tiene que granjearse la vida diariamente robando un poco de leche y pan, que es huérfano y que tiene un don para las herramientas y pequeños engranajes; además es dueño de un autómata que su padre intentara reparar antes e morir, y que ahora Hugo esconde. Este secreto dará cuerda a la obra en su totalidad.
Hugo es un mago innato. En la estación hay una juguetería de la que a veces necesita robar también. Ahí conoce a Georges, el juguetero, y a su ahijada Isabelle, y su facilidad por los trucos con cartas y piezas miniatura.
A partir de su relación con Isabelle, Hugo se adentrará cada vez más en libros, películas y mitología que funcionarán en el engranaje que permita resolver el misterio del origen del autómata y de cierto viaje a la luna.

Puede ser que la profesión que escogemos, la pasión que nos encuentra o los sueños que tenemos en gran medida nos hagan quienes somos. Así Hugo describe la ciudad de París, para describirse a sí mismo y, por qué no , a la humanidad:

Me gusta imaginar que el mundo es un enorme mecanismo. A las máquinas nunca les sobra nada, ¿sabes? Siempre tienen las piezas justas para funcionar. Y entonces pienso que, si el mundo es un gran mecanismo, tiene que haber alguna razón para que yo esté en él.

Si somos activos constructores de nuestro destino, no hay pretextos para no encontrarnos con aquel que esperamos; y si no es exactamente el que teníamos en mente, repararlo hasta que logremos ser justo lo que nuestros mejores sueños nos han prometido.

* * *
Visitar la página del libro.

lunes, 4 de julio de 2011

Poka & Mina: El despertar


Libro álbum
Primera edición: 2005
Primera edición español: 2010


—¡Arriba Poka, mira qué buen día hace!
—Hmmm —dice Poka.



!
Conocí a Kitty Crowther en el stand del Ilustradero en la pasada FIL de Guadalajara. Fue al lado de Eric Titusson, director del Astrid Lindgren Memorial Award y yo poca idea tenía de que estaba nada menos que la ganadora de dicho premio frente a mí. Vi a una mujer muy entusiasmada con todos los productos de los ilustradores, sonriente y sociable. Eric me la presentó y yo abrí grandes los ojos y la saludé. Meses más tarde, en Twitter encontraría una trivia que preguntaba quién había ganado el Astrid Lindgren el último año. Contesté de inmediato y, lo que nunca en la vida, ¡gané! La siguiente semana fui a Colofón a recoger mi premio: este libro que les presento, llegado justo a tiempo en un momento en que necesitaba tal cual despertar.

*
Las ilustraciones de Kitty Crowther, autora de sus propias historias, son sencillos y contundentes. Los personajes se colocan en un escenario exacto, con mucho blanco de fondo, que muestran acciones sin palabras en ocasiones, y que llevan la secuencia clara y con un ritmo preciso. Dicen poco y dicen tanto. Grafito, lápices de colores y un fondo inmaculado que resaltan al personaje y enmarcan la sutil coincidencia de ambos juntos y separados por el sueño y la realidad.

+
Una parábola que en pocas páginas genera la imagen suficiente de dos personajes que no se encuentran casi nunca, uno vivo y otro dormido, uno despierto y otro cansado. Pero ambos encontrándose justo donde quieren estar. No tenemos que ser iguales al otro para ser felices. En el equilibrio y la diferencia tal vez radique la felicidad.


domingo, 29 de mayo de 2011

Checo

Texto: Idalia Sautto
Ilustraciones: Cecilia Varela
Libro ilustrado
Primera edición: 2010
Mirador
Mención honorífica de narrativa: Invenciones 2009

Esta es la Historia Verdadera de un Niño que se hartó de sus padres y se fue.
El Veintiocho de Septiembre de Mil Novecientos Treinta, en las calles de Chopo número Dos-Dos-Tres de la colonia Santa María la Rivera, mientras el Reloj Elgin marcaba las Doce con Treinta y Cuatro minutos nació Checo.
Checo era el segundo hijo de Dos Hermanos.
Por las mañanas y por las noches tenían derecho a comer Bolillo y Medio.
A Checo le gustaba Coleccionar Canicas, pero no cualquier Canica, sobre todo las que fueran transparentes y parecieran Agüitas. También le gustaba patinar. Pero cuando tenía Ocho años casi Nueve le robaron los patines en la escuela. Haroldo, su Hermano Mayor, le dijo que eso le pasaba por Presumido. Pero Checo no era Presumido. A decir verdad no tenía mucho De Qué Presumir.
Checo tenía Nueve años casi Diez cuando supo lo que Realmente quería en la Vida: Ser Maquinista.

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Casi conocí a Idalia varias veces en mi vida. Entré a una primaria el año en que ella salió. Vivía en el mismo edificio que mis tíos, ambas somos ávidas lectoras de Cortázar. Al parecer más de mil veces nos cruzamos en calles, librerías y aulas de la ciudad de México, sin reconocer en su momento que teníamos muchas cosas en común. Pero así es el azar y, cortazarianas al fin, nos vimos cara a cara, y nos cruzamos palabra a palabra en la FIL de Guadalajara de 2009. Javier Sáez era finalista del premio Invenciones, y nos habló de una chica que había escrito un libro increíble, con quien competía, y que ya era una gran amiga. Idalia llegó al stand de El Ilustradero y platicamos por horas, fuimos a cenar, estuvimos en la premiación, donde anunciaron que si bien Javier era el ganador (con La venganza deEdison), Idalia tenía sin duda mención honorífica, y su libro también sería publicado. Ella lloraba de la emoción, contenta, orgullosa y satisfecha. Su libro se había vuelto Realidad.

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Las coincidencias siguieron y, el año que Cecilia Varela se fue de vuelta a Argentina, le encargaron este libro sobre la ciudad de México. Sus ilustraciones tienen esa melancolía del pasado, esa cualidad entrañable de los álbumes viejos de fotos, del instante captado al estar parado viendo por la ventana, de transeúntes sin saberse observados cumpliendo con la cotidianidad, de objetos olvidados en la banqueta. Retrata así, tal como lo hace Idalia con la palabra, a la ciudad y a esa esencia que se siente en el aire, pero que pocas cámaras, pinceles o plumas son capaces de plasmar.

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Checo es un niño de Nueve casi Diez años con grandes sueños y ambiciones. Nada lo detiene y por eso decide un día irse de su casa y construirse su futuro. La ciudad de México aparece como coprotagonista en esta historia llena de souvenirs de la época, circo, calles y una aventura sutil pero memorable. De ésas que hacen que la vida cotidiana se convierta en un recuerdo que trasciende en forma de emoción, como los sueños.
La memoria como tema sin duda es estelar en esta novela de Idalia, y trabaja en varios niveles.
El personaje de Checo está basado y es homenaje a uno de la vida real: su abuelo quien siempre fue un gran narrador de su propia historia. Así surgió la semilla del libro. Primero, como un ejercicio en la carrera de Historia, donde Idalia desarrolló una investigación sobre los años treinta en la ciudad de México a partir de todo lo que su abuelo recordaba. Notas y notas, horas de grabaciones le dieron a Idalia material muy inspirador para dar el salto a la ficción. 
Así se revela más tarde con el libro la escritora con su propia forma de ver el mundo, a su abuelo, la ciudad y la vida.
En Checo encontramos datos reales de la época, otros quizá naturalmente distorsionados por la memoria de su abuelo, y escenas que Idalia recrea y que no sólo pudieron haber ocurrido, sino que se llenan de vida al ser construidas por sus palabras en el entramado de su propia narración.
Destaca el uso de mayúsculas, donde pone un acento a aquello que tiene importancia especial para el protagonista, tiene juegos de palabras maravillosos y ligados estrechamente con Checo que a sus Nueve casi Diez años supo con la certeza de pocos lo que quería hacer de su vida, quién ser.
Y sobre todo, aplaudo la osadía de poner y llevar hasta las últimas consecuencias la historia de un niño con las agallas para irse de su casa y hacerse de una vida (no sólo sobrevivir), para volver en su momento, como figura de héroe, siendo otro, más fuerte, más sabio, más él.

El Antihuevo

Texto: Alberto Forcada
Ilustraciones: Juan Carlos Palomino
Libro álbum
Primera edición: 2009
Mirador


El huevo apareció en la madrugada. Era amarillo con manchas azules. El primero en descubrirlo fue Jeremías, el panadero, que se refugió en los portales de la iglesia y buscó en el cielo a la madre.
—Debe ser un dragón —le dijo al guardia de la caseta, quien corrió a casa del capitán y golpeó hasta que destrabaron la puerta y lo hicieron pasar a la recámara, donde balbuceó:
—Hay un huevo de dragón en la plaza, mi capitán. Es inmenso.
En ese momento se escucharon las campanas de la iglesia. El capitán brincó de la cama.
—Quiero al pelotón reunido en la plaza en cinco minutos —ordenó, poniéndose las botas.
Junto al huevo había una multitud. El cura gritaba algo. De pronto cesaron las campanadas. Se escuchó un pesado aleteo y pasó una sombra por encima de la iglesia. La gente huyó, dejando al capitán solo frente al huevo. La sombra trazó un círculo por encima de los edificios, plegó las alas y se lanzó en picada hacia el capitán, que permaneció inmóvil, pues lo que se acercaba no parecía un dragón sino un plátano.


!
Hace dos (¿o tres?) años, que Juan y yo estábamos en La Esmeralda, le empezaron a llegar varios proyectos de ilustración, entre ellos, El Antihuevo. Sobra decir que de ahí se siguió deleitándonos al día de hoy con más libros y hermosas imágenes.

*
Por tratarse de su primer libro, aunque el estilo de Juan está latente en estas páginas, se nota una búsqueda y juego con texturas, colores y distintas composiciones que, aunque quizá ya no se encuentran en su trabajo más reciente, generan un buen diálogo con la irreverente y alucinada historia de Alberto Forcada. Con papeles, fruta, tierra, línea limpia hecha con estilógrafo, Juan compone cada página, se basta de materia pura y extremo cuidado en los acabados para dotar de un ritmo simpático y a tono con los sucesos que se narran. Hay mucho color y perspectivas alocadas, pero lo que más me gusta son los personajes de Juan Palomino, de rasgos delicados y pequeño tamaño, como él.

+
Un día aparece un huevo en la plaza del pueblo. A decir de su talla, todo parece indicar que pertenece a un dragón. Pero toda la gente expectante se queda sin palabras cuando se da cuenta de que la madre es un plátano volador al que, ante la amenaza inminente, los soldados disparan y hacen puré. Ahora el pueblo será responsable del frágil e indefenso huevo.
En una primera lectura, parecería que esta historia no tiene pies ni cabeza. Huevos, manzanas, plátanos voladores. La imaginación desbordante de Alberto Forcada nos muestra que la creación es un juego. El Antihuevo evoca esas historias infantiles que algún compañero en la primaria pudo haber improvisado mientras actuaba con la fruta que estaba a punto de comer, pero sobre todo confirma la posibilidad de generar personajes y un conflicto con lo más insospechado. Que de un huevo nazca una manzana gigante puede sonar descabellado, pero ante ese elemento de extrañeza no sorprende que el amor le llegue de parte de un gusano, ni que de su ahorcamiento surja otro plátano mariposa.
En ese universo bien trazado es lógico, redondo y sumamente poético. Y así basta conocerlo para entender sus reglas y habitarlo, aunque nuestra razón se empeñe en acomodarlo de otra manera, aunque la mente humana luego destruya lo que simplemente no entiende porque no encuentra lo que estaba buscando. Mejor contemplarlo y aceptar lo que es.

lunes, 7 de marzo de 2011

Yo ¿quién soy?


Libro ilustrado de divulgación
Primera edición: 2006
Libros de Filo y Sofía

¿Qué le debes a tus papás?
Todo, porque ellos me dieron la vida.
Sí, pero...
¿Tu vida le pertenece a tus papás?
¿Dirías lo mismo si tus padres te hubieran abandonado?
Si todo se lo debes a ellos, ¿no te debes nada a ti mismo?
¿Fueron tus papás quienes te hicieron nacer o fue la naturaleza?

¿Tú eliges quién eres?
Sí, porque tengo mi carácter y mis ideas.
Sí, pero...
¿Los otros nunca influyen en ti?
¿Elegiste tu carácter o lo heredaste?
¿Eliges estar de bueno o de mal humor?
Elegir ser uno mismo, ¿implica necesariamente ser distinto de los demás?

!
Esperando a que Santiago acabara de trabajar, tomé un libro que estaba sobre su mesa y lo empecé a leer en voz alta. Habíamos tomado de referencia varios títulos de esta colección para un proyecto de divulgación para niños sobre derechos humanos. Resultó que, ante la variedad de ilustradores que nos deleitan en cada tomo, el autor de Los Libros de Filo y Sofía era el mismo: Oscar Brenifier, filósofo, profesor y gran escritor. Entre todos, sin duda Yo ¿quién soy? es, por sus ilustraciones y claridad para exponer el tema, mi favorito. Nadie, no importa la edad que tenga, se lo debe perder. Claro, si lo encuentra, porque yo no he tenido suerte y rezo a Dios por encontrarlo y hacerme de la colección entera un día de estos, pronto.

*
Las ilustraciones de Aurélien Débat son sencillas en intención técnica, pero guardan una profunda conceptualización de los temas tan complejos que se tocan en este libro. Dividido en cinco grandes temas, cada uno coronado con una pregunta primigenia (1), el ilustrador consigue darle la vuelta y no sólo representar la duda detonante, sino complementarla y generar su propio discurso. De ahí la enorme riqueza de este proyecto que, no por estar ilustrado —como suele malinterpretarse—, está dirigido únicamente al público infantil.
(1) animal: ¿eres un animal?; edad: ¿te gusta crecer?; diferencia: ¿eres como los demás?; papás: ¿qué le debes a tus papás?; apariencia: ¿te gusta verte en el espejo?; libertad: ¿tú eliges quién eres?)
+
La estructura del libro es sencilla pero entraña una sabiduría profunda. Pasa con los libros de divulgación (así como todo lo que está bien hecho) que, ante su simpleza, uno creería que resulta muy fácil armarlo; pero, como ocurre con la poesía, cada pieza de este libro está puesta en su lugar y nos sorprende con un discurso, no sólo iluminador, sino hermosísimo. Ante cada pregunta, una respuesta que lleva de nuevo a la duda. Ante un mundo lleno de incógnitas, sólo uno mismo puede tender ese camino donde, para verdaderamente responder, se acepta y da la bienvenida a otra interrogante. Únicamente así nos acercamos más al (auto)conocimiento. Y si bien puede resultar el trabajo de una vida, la búsqueda por contestar: yo, ¿quién soy?, se configura como un trayecto durante el cual, sin duda alguna, nos acerca más a eso que quizá sea imposible descifrar del todo, pero a cada paso y con cada nueva pregunta, acariciamos.


lunes, 28 de febrero de 2011

La cosa perdida

Shaun Tan
Libro álbum
Primera edición: 2000
Segunda edición en español: 2007

Así pues, ¿quieres oír una historia?
Bueno, hace tiempo sabía un montón de historias interesantes. Algunas eran tan divertidas que te desmayarías de risa, y otras tan espantosas que no querrías volver a oírlas jamás.
Pero me he olvidado ya de todas.
Así que te contaré la de cuando encontré la cosa perdida.
Sucedió hace ya unos cuantos años, un día normal y corriente de verano junto a la playa. Como de costumbre, estaba ocupándome infatigablemente de mi colección de tapones de botellas y de pronto, sin ningún motivo, levanté la vista. Entonces vi la cosa por primera vez.

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En la conferencia donde conocí a Shaun Tan hace cuatro años, Daniel Goldin, que moderaba el seminario, lo presentó así: “Me llevé una enorme sorpresa al conocer a este joven autor; tiene sólo treinta años, pero posee la sabiduría de alguien de cien”.
Acababa de salir la segunda edición de La cosa perdida, un cuento que Jorge apenas me había presentado semanas atrás durante el diplomado de ilustración, y sin duda mi visión y pasión por los libros ilustrados jamás fue la misma después de conocer el trabajo de este talentoso autor.
Ayer ganó el Oscar el corto animado que Passion Pictures Australia en colaboración con el propio autor generaron.



Ver el sitio oficial aquí.

*
Las ilustraciones delicadas y precisas de Shaun Tan deleitan página a página. Ya sea por ese sentido surrealista que impera en todas sus historias, o por el rico manejo de los materiales para generar realismo en las texturas, luces y sombras; la atmósfera está dotada de una sensación onírica que oscila entre la pesadilla y un mundo futurista decadente, un hoy apenas desviado un centímetro, que reconocemos pero no deja de sentirse ajeno.

+
El narrador es un ávido coleccionista de corcholatas que un día, caminando por ahí, se encuentra con la cosa perdida. Nadie más parece notarla, pero cierta tristeza en su semblante le provoca acercarse y encargarse de ella. Objeto, animal o kimera, la cosa perdida y él generan un fuerte vínculo que le provoca al protagonista buscar lo mejor para ella.
Los escenarios grises, la aridez de la ciudad contrasta con el personaje central. Así son los seres de Shaun Tan: solitarios y silenciosos, observadores, con alma de artistas y poetas, coleccionistas casi siempre, que gracias a su leve pausa son capaces de encontrar a su paso algo que cambia su vida y que nadie más es capaz ni se detiene a ver. Cualidad de niño que al crecer olvida o deja diluirse, hasta que no queda rastro de esa habilidad por sorprenderse, esa capacidad de que la vida tenga un sabor que vale la pena probarse. Uno envejece cuando deja de hallar cosas nuevas en el mundo, cuando sólo quedan las historias. Basten ellas para recordarnos cada día seguir mirando, no sabemos qué nos espera si seguimos dispuestos a encontrar.

No juzgues a un libro por su cubierta

Refranes y antirrefranes para toda ocasión

Alejandro Magallanes
Libro ilustrado
Primera edición: 2009


Breve y muy docta introducción a esta magnífica selección de perlas de sabiduría popular en la que se refuta la idea de que los refranes siempre dicen la verdad:

A buen entendedor, pocas palabras.
Un clavo saca a otro clavo.
        Juan Pueblo



!
Océano Travesía siempre sorprende con su propuesta editorial. Cuando vi este libro recordé alguna clase de análisis del discurso que tomé en la carrera, donde se hablaba de la estructura de los dogmas, que comparten por ejemplo los mandamientos o los refranes. Se trata de afirmaciones inamovibles, inapelables. Y de ahí el encanto de que para cada refrán (cuya verdad es universal y única) exista un contrarrefrán. Así se nos vuela la cabeza tratando de entender qué es lo correcto, como cuando tus papás te dicen que hagas algo y luego lo contrario: “No te pasa nada si te comes algunos huesitos de mandarina con el jugo. Apúrate, acábatelo ya”, seguido semanas después de: “¿Qué te pasa? ¿Por qué no escupes los huesos? No te los comas, ¡te va a salir un árbol en la panza!”.

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Alejandro Magallanes se caracteriza por proponer siempre libros muy lúdicos. Este gran diseñador mexicano nunca se olvida de ese objeto cuyo funcionamiento puede variar y potenciarse al explotar de formas inimaginables todas las partes que componen un libro. Hay una rica muestra de técnicas de ilustración: collage, dibujo, digital y análogo. Siempre claro y justo con lo que cada página, línea y refrán necesitan. Sustenta su discurso en cada página desde el diseño, y con la fuerza de sus propuestas siempre consigue que los editores le den luz verde para, por ejemplo, suajar cada página de acuerdo con las necesidades del refrán en turno.

+
Magallanes no sólo le es fiel al objeto, sino que fortalece el vínculo que puede establecerse con un libro. Así, a cualquier edad, uno puede sentir entrañable las propuestas que esta autor regala constantemente al lector. Al dotar cada página de lo necesario, genera el contrapunto de cada refrán y contrarrefrán; ante la sorpresa, la risa, esa risa que lleva a la reflexión de lo inmediato y que se vuelca a lo universal. Por que si los refranes esconden verdades universales, este libro pone dinamita en el entronque entre dos mundos y, solos al fin, sin verdades, refranes ni universalidad, no queda más que reír y reflexionar, darle su justa medida a las cosas y sentirnos a gusto sin Dios, en un mundo de humanos hechos de particularidades no-universales.


lunes, 14 de febrero de 2011

El amor y la amistad

Oscar Brenifier y Jacques Després
Libro (álbum) de divulgación
Primera edición: 2009


Podemos tener ideas muy diferentes, incluso opuestas acerca de lo que significa amar.

Algunos piensan que nadie puede amar sin ser amado, porque eso no tiene sentido y nos hace sufrir. Otros creen que amar es dar amor, sin esperar nada a cambio, porque dar es lo que nos hace felices.
Algunos piensan que el amor nos permite ser nosotros mismos, que nos hace existir. Otros consideran que el amor nos hace perder el rumbo, que nos impide vivir y que es mejor estar solo.

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Busqué por cielo, mar y tierra este libro. Tantas veces lo había visto en cualquier librería que visitara, y el mes pasado no lo encontraba en ningún lugar. Los libros de Oscar Brenifier son un gran ejemplo de libros de divulgación ilustrados, y quería regalar éste. Lo encontré al fin en una librería del centro, y luego aproveché para comprármelo yo misma en otra de Polanco. Espinoso como es el tema, cualquiera debe tener en su librero algo que explique con manzanas qué es el amor y la amistad.

*
La técnica de Jacques Després genera curiosidad. Sus personajes y escenarios están hechos digitalmente en 3D, pero bien podrían haber sido esculpidos físicamente. Un gran nivel de conceptualización que da la vuelta siempre a cada línea planteada por Brenifier. Es de esperarse que el artista también haga mucha ilustración publicitaria y en revistas, si bien las imágenes que acompañan esta colección de Océano Travesía generan un discurso preciso y entrañable que enmarcan la lectura del mosaico de posibilidades que nos muestra el autor.

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Oscar Brenifier explora todo un abanico de ideas que al ser dadas de manera tan simple, pareciera que se le fueron ocurriendo al hilo. Basta con leer atentamente sus libros para encontrar la seriedad de cada línea; cada afirmación ahonda una sabiduría profunda recogida de miles de lecturas y experiencias. Al mostrar lo uno y lo otro, una idea y su contrario, Brenifier consigue dar una visión universal.
El amor no sólo se siente por un novio o novia; la amistad, no sólo por un amigo. Oscar Brenifier no se limita a lo inmediato. Explora así el enamoramiento a cualquier edad, la complicidad y respeto que pueden sentirse por una mascota, la posibilidad de que lo que nos une a nuestros padres no sea incondicional, y que un hermano se convierta en nuestra familia con el paso de la vida, por decisión y necesidad. Que el amor del bueno sea una construcción consciente de cada quien.

Algunos piensan que nuestros hermanos y hermanas sólo sirven para molestarnos y que no nos dejan vivir en paz.
Otros creen que son un apoyo para toda la vida, y que nada puede reemplazarlos.




viernes, 11 de febrero de 2011

La venganza de Edison

Javier Sáez Castán
Libro ilustrado
Primera edición: 2010
Mirador
 Para inventar la bombilla, no fracasé cuatrocientas veces;
tan sólo recorrí un camino de cuatrocientos pasos.
Thomas Alva Edison

Siempre creí que la historia de Aladino era un fraude.
No fue la lamparilla la que hizo aparecer al genio;
fue el genio quien hizo aparecer la lamparilla.
Prof. Vonderbuttis
El profesor Vonderbuttis sopesó la carta de recomendación sin llegar a rasgar el sobre, y luego hizo un gesto al joven para que se sentara.
—Descríbame sus méritos —dijo al fin, por toda presentación.
El aspirante tragó saliva desde el fondo de su butacón. En el pisapapeles de cristal que brillaba en medio de los documentos de la mesa como una estrella obligada a desempeñar labores burocráticas, se reflejaba la altísima puerta por la que acababa de entrar. Pero la puerta estaba cerrada y ya no podía volverse atrás.
—No poseo ninguno, profesor. Sólo la recta intención de aprender para llegar a ser un digno ayudante.

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Hace algunos meses, tuve la fortuna de hacer la corrección de estilo de La venganza de Edison, libro ganador del premio Invenciones 2009. Había ido a la premiación durante la FIL de ese mismo año, donde Javier nos contó acerca de su faceta como escritor (paralela a aquella de autor de libros álbum), y de paso nos comentó de otro libro que tenía, muy parecido al tono de éste: Pom... pom... ¡Pompibol!. Se trataba de su primer libro, que había sido publicado cerca de diez años atrás por Anaya Infantil. Corrí a buscarlo y, suertuda de mí, quedaba uno. Descubrí este lado de Javier Sáez, tan a tono con sus libros álbum, pero llevada a un desarrollo casi delirante a partir del lenguaje. Gran amante de Lewis Carroll, cualquiera que sienta debilidad por Alicia en el país de las maravillas, no puede perderse de los libros de este gran autor.

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Fue un gran acierto de Andrea Fuentes designarle la ilustración del libro a su propio autor. Así nos encontramos con una obra redonda, en donde el diseño generado por las viñetas, ilustraciones y estructura de la obra generan y potencian el juego propuesto desde las palabras.
Las ilustraciones en blanco y negro de Javier, hechas con tinta a línea y una gran riqueza de texturas, dan vida a personajes y escenas sostenidas en el tiempo muestran una instantánea que el lector puede contemplar detenidamente, y que sin duda enriquecen su impecable prosa.

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El profesor Vonderbuttis entrevista a un joven para que se vuelva su ayudante en su extraña empresa. José Carlos Pradera habrá de estudiar a profundidad la vida y obra de Thomas Alva Edison y entender a su extraño jefe quien, más que dedicarse a inventar, desarrolla la teoría de la desinvención. Así surgen preguntas como: ¿Qué pasaría si cierto invento que parece absolutamente necesario para la civilización jamás hubiera sido inventado? ¿Qué pasa con todos aquellos descubrimientos que nunca fueron encontrados? ¿Qué pasaría si de pronto, con la Máquina de desinventar, borráramos del mundo y la memoria inventos tan importantes como la bombilla? Javier Sáez plantea este tipo de premisas para poner a sus protagonistas a jugar, como lo hiciera una pareja de niños una tarde cualquiera, sin repercusión alguna para la humanidad.
La obra de Javier es uniforme y coherente, baste recordar su serie de El pequeño rey (colección de libros álbum editada por Ekaré), donde un niño con cara de adulto juega a ser director de orquesta o general de infantería, niño al fin, que de manera lúdica se relaciona y acerca al mundo adulto que nunca le es lejano.
Al llevar al límite ciertas ideas, el profesor Vonderbuttis plantea las reglas del juego e invita a su asistente a jugar con él. Al final parecería que todo ocurre en su mente, pues con maestría ha trazado el camino de ida y vuelta, y no compromete nada. Todos siguen siendo los mismos, todo en orden, como cuando se termina de jugar. ¿O es que con sólo pensarlo la realidad no modificada físicamente no puede seguir siendo igual?
De ahí la maestría de Javier para lúdicamente poner sobre la mesa a reflexión y generar una crítica contundente de la ciencia, la filosofía y la historia de la humanidad. Sobra decir que cualquier lector estará agradecido de que un autor como Javier Sáez Castán lo invite a jugar con él.

lunes, 7 de febrero de 2011

Mi padre fue rey


Libro álbum
Segunda edición: 2009


Mi padre siempre había sido el mejor padre del mundo. ¡Se estaba tan bien en sus brazos! Yo nunca me he divertido tanto como cuando jugaba con él. Cuando los dos jugábamos al escondite, yo podía pasarme horas buscándolo.
Pero un día llegaron unos caballeros muy estirados y le preguntaron a mi padre que si quería ser rey. Cuando se marcharon, mi padre lucía una corona sobre su cabeza. De repente, mi padre pareció enorme.


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En esta feliz navidad mi tío Héctor me regaló este libro. Al entregármelo me advirtió: “Espero que no lo tengas”, y yo con miedo a sí tenerlo ya, lo abrí. No lo tenía, y desde el título me conmoví mucho. Porque no sólo los libros que leemos son parte de nosotros, a veces quien te los regala te da una parte de sí mismo también que encontró en esa lectura.

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Las ilustraciones de Philippe Goossens son de una gran plasticidad. Acrílicos de todos los colores, texturas y mucha vida habitan en cada página de este libro. Goossens juega con las perspectivas, sus imágenes son vertiginosas, evocan a la perfección el tamaño desmedido del rey ante el niño, la lejanía del padre con su hijo, la luz y sombra que se ciñen en la ausencia y presencia familiar a través de los ojos del protagonista.

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Los adultos llevan una doble vida, o triple o cuádruple. Y los niños quisieran que sólo fueran papás. Por eso, cuando nombran rey al padre del protagonista, las escondidillas dejan de ser un juego, y su ausencia se vuelve real. No está detrás de la cortina del baño, ni escondido bajo una cama; visible a todos, majestuoso e imponente, su figura imposible se convierte en ausencia. El aislamiento de tener un tamaño descomunal se patenta y el protagonista extraña la cercanía de la que gozaba cuando su padre tenía una sola vida.
No es una coincidencia que mi tío se haya conmovido por esta historia, formando parte como la forma de una familia que vive a la sombra de un gigante.

¡Jimmy, el más grande!

Jairo Buitrago y Rafael Yockteng
Libro álbum
Primera edición: 2010


En los pueblos como el de Jimmy sólo hay una iglesia pobrey pequeña y, con suerte, un gimnasio de box pequeño y pobre donde los niños le dan a un saco y a una pera, saltan cuerda o lanzan golpes al aire.
El de los zapatos es Jimmy.
Y este es el gimnasio del pueblo de Jimmy.
Nuestra historia comenzó cuando don Apolinar miró detenidamente a Jimmy y le pidió que corriera alrededor del pueblo; como Jimmy no tenía mucho que hacer, simplemente se puso a entrenar.


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Conocí la dupla Buitrago-Yockteng con Camino a casa, libro que ganó hace dos años el premio del FCE A la orilla del viento, y que dio pie a que hicieran muchos libros más juntos. Lamentablemente es difícil conseguirlos en México, pero el otro día que hacía un recorrido por librerías por casualidad me encontré con éste y con gran emoción me hice de él.

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La portada nos presenta un cartel de un joven boxeador, Jimmy, el más grande. Las ilustraciones de Yockteng son muy sueltas y de paleta rica. Los libros de esta pareja de autores son un claro ejemplo de lo bien que casan las imágenes con el texto, y es indudable la cercanía con la que trabajan. Cabe mencionar que Buitrago es también ilustrador, lo cual no puede sino enriquecer el ritmo de lectura, el discurso doble (palabra-imagen) que se da y esos cierres que envuelven el libro álbum entero en un mensaje claro, y que le suman todos los niveles de lectura que una buena obra tiene. Así, el lector puede detenerse en cada página y encontrar no sólo algún guiño de lo que el texto dice, sino múltiples historias en potencia que se despliegan en esas escenas abiertas, personajes secundarios y sus versátiles gestos. 

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La historia de Jimmy se cuenta a partir del pueblo donde vive. El protagonista tiene una cualidad especial, que lo parece distinguir del resto. No son sus zapatos ni el temple de acero; o no exactamente. Es muy bueno para el box, disciplinado y amante de la lectura. Jimmy disfruta lo que hace y tiene una visión privilegiada de la vida; además, de una u otra forma repercute en la vida de los demás. Tal vez se deba a que el protagonista no es tanto ni sólo Jimmy, como la ciudad que habita y a la que por cierto, llena de vida con su presencia. No todos los héroes deben lanzarse a un viaje iniciático para volver diferentes, los hay quienes, con su presencia y claridad, pueden cambiar al mundo, aquel en donde y por el que viven.

La niña desdichada


Libro ilustrado
Publicado en 1961
Primera edición: 2010


Había una vez una niñita que se llamaba Charlotte Sophia. Sus padres eran bondadosos y acomodados.
La niñita tenía una muñeca a la que llamaba Hortense.
Un día a su padre, coronel del ejército, lo destinaron a África.
Meses más tarde recibieron al noticia de que lo habían matado durante un alzamiento popular.
Su madre entró en un declive que resultó fatal.
Al único pariente que le quedaba, un tío, le rompió la crisma un trozo de mampostería.
Charlotte Sophia quedó en manos del abogado de la familia.
El abogado la puso de inmediato en un internado.


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Era el último día en la FIL de este año y yo no había tenido oportunidad de darme una vuelta con calma por la feria para comprar algo. Ya me había maravillado por la oferta de los Libros del Zorro Rojo, y ahí me dirigí antes de mi última cita. Soñaba con llevarme una de las cajitas de Edward Gorey, pero mi presupuesto era limitado. A tono con mi sentimiento, compré La niña desdichada, con la esperanza de que el humor negro de Gorey fuera buena compañía en el viaje de regreso...

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El trabajo de Edward Gorey se caracteriza por una delicadeza sin límites. Hechos a línea, tinta y acabados refinados, los expresivos personajes de Gorey reflejan un gran dinamismo página a página. Su estilo es muy cercano a la tira cómica, de ahí quizá ese formato pequeño de sus libros, tan adecuado, tan exacto como el tejido de sus historias.

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La pequeña Charlotte Sophia, una niña bien acomodada, vive feliz con sus padres en una casa con todos los lujos de los que pueda gozar. Paso a paso, lo pierde todo. La desdicha se va sembrando en su vida y ni ante una vuelta de tuerca del destino, será posible recobrarse.
La exageración contenida de Gorey a veces no da pie de inmediato a la risa. Utiliza con cinismo la ironía para provocar un nudo en la garganta, y la inevitable aceptación de un destino escrito desde el título del libro de la vida de la niña desdichada.

lunes, 31 de enero de 2011

La bella Griselda

Isol
Libro ilustrado

Primera edición: 2010
Los Especiales
A la Orilla del Viento




La princesa Griselda era tan hermosa que hacía perder la cabeza a cualquiera. Y no es sólo un decir. En los bailes de la corte, con sólo verla, las cabezas de los caballeros y príncipes se iban rodando tras ella, suspirando por su amor.
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Todos tenemos nuestros autores favoritos. Hace unos seis años que entré a trabajar como becaria a SM y conocí de lleno los libros álbum comencé a hacerme de mi querida colección, y a atesorar el trabajo de varios autores y a volverme fan de algunos. Mi salario de esa época (muy breve, por cierto), se me iba entero en libros álbum. Mis primeros años en ferias del libro significaron una inversión importante; uno creería que con los años ya no se gasta tanto, pero las novedades son mi perdición. En esta FILIJ sacaron éste de Isol, cuyos libros me significan siempre una grata sorpresa. Gracias a Santiago, que bondadosamente me lo invitó.

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Al principio Isol hacía mucho grabado, en sus últimos libros explora con texturas digitales y línea, pocos colores, fiel a sus inicios. Simple y contundente, como son sus libros, una broma o una verdad dicha con todas sus letras. A mí no deja de encantarme, como la belleza de la propia Griselda.

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Griselda es una princesa de una belleza tal que deja a todo el que la mira enamorado sin cabeza. Mujer letal y peligrosa; sola al fin. Los libros de Isol están contados con la simpleza y eficacia con la que se cuenta un chiste. Toma lo cotidiano y le da un leve vuelco. Así presenta a un personaje tradicional en la literatura infantil —una princesa— y una cualidad que es casi un lugar común —la hermosura excepcional— para, con la exageración como recurso cómico, asegurar que literalmente hacía perder la cabeza a cualquiera. A partir de ese detonante, desarrolla las complicaciones que conlleva dejar acéfalo a cualquier enamorado y potencial esposo. La princesa se convierte de hecho en un peligro para el reino. Sólo hasta que encuentra a un príncipe ciego puede dar a luz a su pequeña hija, que ha heredado la belleza de su madre, potenciada, pero que, a diferencia de ésta, no disfruta del aislamiento que provoca.

Griselda, bella y sola, presa de una soledad no deseable; mujer inalcanzable, casi inhumana se separa del mundo y de la humanidad da vida a una niña que devuelve al reino a la realidad y quiere formar parte de ella; utiliza su súperpoder (la excepcional belleza) para el bien. Y demuestra cómo en el fondo no es diferente de todos los demás.

martes, 9 de noviembre de 2010

El sueño de Pablo


Libro álbum
Primera edición: 2008

A Pablo le gusta dormirse escuchando el sonido del mar. Aunque nunca lo ha visto, sabe por su abuelo, que fue marinero en su juventud, que el mar es mucho más grande que la pradera que se extiende a poniente, que tiene mucha más agua que el río del valle y que no se puede abarcar con la vista.


Primera impresión
Hace dos años celebraba yo un séptimo aniversario que este año ya no se festejará, pero en ese entonces recibí de regalo este libro, en el marco de la FILIJ a la que por cierto tampoco iremos con stand. Este sin duda ha sido un año rarísimo, con muchas bajas y cambios, pero ya está por acabar y esperemos que todo termine por ponerse en su lugar. El libro me cautivó por esos peces increíbles de la portada y por su título tan sutil y exacto.

No hay nada como las ilustraciones de Pablo Auladell. El diseño limpio que privilegia la imagen y muestra la frase sencilla, el diálogo, el pensamiento y fantasía de cada página dan un ritmo de lectura suave, como el sueño de un niño. Las atmósferas de Auladell se conjugan a la perfección con esa prosa poética y entrañable que tan bien sabe tejer Antonio Ventura (autor de Berta sueña).

Reseña
Pablo escucha antes de dormir el sonido del mar, quiere conocerlo pero aún es muy joven. Sueña con verlo un día, con aprender a leer y con casarse con Julia. Por el momento no parece tener importancia si será en una semana o en un tiempo aún desconocido: Pablo sueña.

Opinión
Cada quien sueña con lo que desea. El sonido que nos arrulla antes de caer dormidos puede convertirse en cualquier cosa. No sólo en una mente tan joven como la de un niño pequeño los deseos y los sueños se mezclan, nos pasa a todos, y tampoco los sueños y deseos se cumplen siempre, ni la realidad ahí afuera es tal como queremos. Pero basta una palabra para que eso que queremos exista, en el futuro, en el pasado, o en esa atemporalidad de la mente de cada quien, donde ser grande puede llegar la siguiente semana, y ver el mar ocurrir en la noche. Da igual el futuro que ya no será porque existe en la memoria, casa de los sueños, de los deseos y de lo atemporal. Así como los aniversarios que ya no se cumplen habitan en los libros que siempre es posible volver a leer.

domingo, 12 de septiembre de 2010

Con las manos vacías


Libro álbum

Primera edición: 2010

Hoy es el cumpleaños de Mario y ha invitado a Jana a merendar en su casa.
Casi es la hora, pero Jana no sabe qué regalarle.
Por el camino busca algo que pueda gustarle a su amigo.
¿Y si le llevo agua de mar?
No, eso ya lo tiene,
porque el mar está en sus ojos.
¿Y si le preparo un ramo de nubes?
No, eso y a lo tiene,
porque las nubes están en su silencio.
¿Y si le recojo unas gotas de lluvia?
No, eso ya lo tiene,
porque la lluvia está en su corazón.

Primera impresión
Ceci vino a quedarse varias semanas a mi casa y ayer se fue. Consigo trajo tres maletas casi vacías que a la vuelta probablemente le hayan costado varios cientos de dólares por sobrepeso. Mi casa estaba hecha un verdadero desorden antes de que llegara. Y no me había dado cuenta porque me acostumbré a vivir así, pero el día en que comencé a arreglar su cuarto, a dejar la cocina funcional y la casa presentable noté que aún tenía cerca de once cajas empacadas. Mi mudanza había sido tan intempestiva, que lo que sí había desempacado fue como aguantando la respiración bajo el agua. Pero estas once cajas no, y así, con cuidado y gusto, desempaqué mis diarios y cuadernos, libros que por meses había estado buscando sin éxito, muchos adornos, unos peces que me había dado mi amiga Marisol y que colgué en la pared sobre mi cama. Ceci vino y le dio un sentido nuevo a mi casa y a mis ganas de volverla habitable. Ahora que se fue, me dejó Con las manos vacías. Me regaló el último día una chamarra y este libro. Así no paso frío.

Ilustraciones
Las ilustraciones de Cecilia, el ritmo de las páginas y los colores asombran, son entrañables. Me gustó especialmente Con las manos vacías porque Ana y Ceci las dos son autoras del libro. Es otro gran ejemplo de lo que es un buen libro álbum, donde el texto y el sentido que cobra al ser leído con las imágenes página a página no serían el mismo sin el otro. De hecho, el final es tan emotivo (yo lloré), y viene dado por una sorpresa en la historia, comunicada por la ilustración, que le pregunté cómo había sido la dinámica de trabajo entre ellas. Ceci me contó que Ana le dio el texto y ella lo empezó a trabajar, hablaban acerca de todo, y a Ceci se le ocurrió darle ese giro al final.

Reseña
Jana sale de su casa a visitar a Mario el día de su cumpleaños. Por el camino busca algo que pueda darle como regalo, comienza a darse cuenta de que quizá Mario tiene ya todo lo que necesita...

Opinión
La narrativa generada entre el texto y la ilustración vuelven a éste un gran libro álbum. Cecilia retrata una atmósfera desde la primera imagen que da sentido a toda la historia, al poema de Ana: una habitación llena de objetos que hablan del lugar donde vive la protagonista, de sus pasatiempos, de sus colecciones, de sí misma; su cuarto es como verla por dentro. Esta imagen introduce cómo es que Jana podría encontrar en el trayecto algo para Mario. Para Jana, eso que parte de ella y que a la vez encuentra ahí afuera en el mundo, son los elementos precisos para construir algo que dar. De ahí que, al contrario de lo que algunos creen, regalar también sea un acto creativo, que habla de cuánto conocemos a la persona, de qué forma podemos sorprenderla y en esa medida darle algo de nosotros mismos. El regalo ideal está esperándonos siempre y hay que estar atentos para encontrarlo. Al final, cuando se quiere tanto a alguien, es imposible llegar a su encuentro con las manos vacías.