lunes, 28 de septiembre de 2009

The Look Book


Chris Sickels
Red Nose Studio

Primera edición: 2007
How Looks
Cincinnati, Ohio


One morning, Ian looked dat Ann and Ann looked at Ian.
They shrugged their shoulders and sighed.
“I’m bored”, said Ian.
“Im bored”, said Ann.
“We’re bored”, they complained to their mother.
“Bored?!” she cried. “Why, just go outside and look around. There’s plenty to see!”
Ann looked at Ian and Ian looked at Ann.
They shrugged their shoulders and headed out the door.


Primera impresión
Un buen día, Yosh llegó a la oficina cargado de dos frascos ilustrados y un libro que, me aseguró, era su hijo. Tal vez de ahí se derivaría su aprehensión cuando se lo pedí prestado. Al final accedió aunque me hizo jurarle que, de pasarle cualquier cosa, habría de darle yo a mi primogénito tan pronto como éste naciera. Como un cuento de hadas llegó a mis manos The Look Book, si bien no es por completo un libro para niños. Pero quién soy yo para decir qué es para niños y qué no. Que los niños decidan y que lean lirones.

Las ilustraciones lo son todo en este maravilloso libro. O casi todo, porque se parte de un juego de palabras, de identidades y de visiones. Las ilustraciones son pequeñas esculturas, pequeñas piezas tridimensionales, emotivas e impecables, dentro de esa estética de lo inacabado y espontáneo. Obras de arte.

Reseña
Un día Ian y Ann están hartos de la tele, aburridos y hastiados de las vacaciones. Su madre les sugiere que salgan a mirar el mundo, éste ofrece mucho que ver...

Opinión
Como diría Javier Sáez: el autor de libros álbum debe partir del visor desde el cual presenta su historia, el punto de vista que da al lector. The Look Book pone en jaque el lugar desde el que percibimos las cosas. No basta con mirar ni con asumir que nuestros ojos son los de todo el mundo. No hay un observador universal y cada quien vive el mundo desde lugares muy distintos. Pero este libro enseña que es posible comunicarlo.

viernes, 18 de septiembre de 2009

El poso de café


Aitana Carrasco Inglés

Faktoria K de Libros
Madrid
Colección Quitapenas

Aquella tediosa tarde, mis pies, decididos a vagar sin rumbo, se detuvieron sin previo aviso. Alcé la vista y apareció claramente ante mis ojos una extraña cafetería que nunca antes había estado allí. Pedí un café, creo recordar, o quizá el café me pidió a mí. El caso es que, tras el último sorbo, caí en él. En el poso de café. El pozo del café...


Conocí a Aitana primero de oídas: había ganado el premio A la Orilla del Viento del FCE y tenía una forma peculiar de ver el mundo, según me dijo mi amigo Juan Carlos. Luego la conocí en persona: ahí estaba la Niña Roja recortando concentrada y pegando. Belén García tomaba también ese taller con Adelchi Galloni en el Instituto Italiano de Cultura en el D.F. y la miraba con admiración mientras me contaba cómo Aitana utilizaba recortes de grabados antiguos y les daba un toque único al convertirlos en su propia ilustración. Pero el día en que hablé con ella y realmente la conocí (la tercera es la vencida) fue una noche antes a su partida (ironías de la vida).

Casualmente El poso de café es justo el resultado de ese taller de Adelchi Galloni, de ese ingenio del que me hablaba Juan Carlos y de la maestría que reconocía Belén. Y bueno, este post viene como consecuencia de que por fortuna la haya conocido a tiempo antes de irse, y del gran cariño y admiración que nació luego de esos tres encuentros y de cada encuentro que vuelve a aparecer cuando me encuentro con un nuevo libro de la Niña Roja.


¡Ojalá llegue pronto a México!
más de uno ya lo espera...

sábado, 12 de septiembre de 2009

El hipo de Lola


texto: Christel Guczka
ilustraciones: Aitana Carrasco Inglés

LIBRO ILUSTRADO
Primera edición: 2009
Ediciones SM
Colección El Barco de Vapor - Los Piratas


Desde que Lola nació ha sido una niña muy sensible, dicen sus papás, extraña, comentan sus amigos; insoportable, piensa su hermano. Y es que Lola llora por todo


Primera impresión
Conocí a Lola en el blog de Aitana Carrasco. Con el antecedente del personaje de Salvavidas, me llamó la atención esta niña que no podía controlar su hipo. Meses más tarde, entré a tomar un diplomado en SM y conocí a Christel, la escritora. Me gustó la coincidencia, le tomé una foto a Christel sosteniendo su libro y, tan pronto llegué a mi casa, se la envié por mail a Aitana. Tuve que esperar varios meses para encontrar el libro. Las tres son mujeres que vale mucho la pena conocer. Por la vista nace el amor y ese primer encuentro con Lola me llenó de curiosidad para ver por qué esta niña causaba tantos estragos con cada hipo que tenía.

Las ilustraciones de Aitana siempre tienen un toque muy entrañable, como si la conocieras a través de sus escenarios, de esa técnica de collage, un gran colorido y personajes divirtiéndose, además del juego de incluir en su ilustración el mismo libro de Lola que tenemos en las manos abierto dentro de la ilustración. Así Aitana nos transporta a algo así como una cuarta dimensión.

Reseña
Lola es una niña que no conoce las medias tintas: cuando llora, lo hace a todo lo que da, cuando le da hipo, éste se siente en toda la cuadra, imagínate cuando se ríe o cuando se enoja... Lola es, lo que podríamos llamar, una niña apasionada y que se hace sentir. Basta que uno la conozca para confirmarlo.

Opinión
Los personajes y situaciones presentados en El hipo de Lola utilizan la exageración como recurso cómico y poético. Lola es lo que hace y, sobre todo, lo que siente, y por eso no puede pasar desapercibida para nadie: padres, hermano, mascotas o el mismo lector. Christel tiene una forma muy efectiva y verosímil de presentar esos sentimientos incontenibles de los niños: cuando aún no saben controlar lo que sienten y sus impulsos los superan. No existe lo bueno o lo malo, sólo lo que se siente y uno a uno, Lola prueba cada sentimiento hasta que consigue dominarlo y, por ende, dominarse a sí misma.

viernes, 4 de septiembre de 2009

¡Sálvate Elías!


texto: Élisabeth Brami
ilustraciones: Bernard Jeunet

LIBRO ÁLBUM
Primera edición: 2006
Kalandraka

Libros para soñar

“Escucha bien, Elías. A partir de ahora, te llamas Emilio, ¿entiendes? Y el señor y la señora François son tu tío y tu tía. Tienes que portarte muy bien. Volveremos”.



Primera impresión
Movida por mostrarme un ejemplo de ilustraciones en volumen, Anie fue al librero y me entregó ¡Sálvate, Elías!. Yo no me esperaba que, además de lo grandioso de las imágenes —en técnica y en contenido— la historia fuera a ser de ésas que te paralizan frente a la última página, la línea final, que hacen brotar las lágrimas (de niña jamás lloré por un libro ni por una película, qué raro).

La historia que cuenta es de ésas que te hacen volver y revolver las páginas cuando terminaste de leer para tratar de comprender el torbellino que pasó sobre ti. Luego volví a la oficina con Anie, y me recibió con una gran sonrisa, como si supiera exactamente lo que me acababa de vivir en ese libro.

Las ilustraciones suscitan millones de sensaciones y segundas lecturas. Guardan un discurso de ambivalencia o ironía que también tiene la historia, pero consiguen darles la vuelta, como toda buena ilustración. Creadas con papel maché, cartones, papeles y más, los rostros de los personajes no reflejan ninguna emoción contundente, casi cada página contrapone un ambiente seco (enfatizado por colores ocres, oxidados) a una página blanca que acoge el texto; en su parte baja se pasean animales: patos, ratas, un perro, un animal distinto en cada página. Como si nadie sintiera o como si ninguno, niño ni animal, pudiera hablar lo que siente.

Reseña
Un día Elías y sus papás dejan la casa “sin echar la llave”. Elías sólo tiene ocho años y no comprende muy bien la situación. Sus padres se van y lo dejan en el campo con los François, quienes ahora tendrán que pasar por sus tíos. Pero ellos pronto arrancan la estrella amarilla de la manga de su camisa y la pesadilla inexplicable se vuelve más y más grande, y la eterna espera del regreso de los padres resulta absolutamente desoladora.

Opinión
Si el miedo más profundo de un niño es perder a sus padres, cuando Elías además tiene que renunciar a su propio nombre, pareciera que queda flotando en la nada, que deja de existir. Sólo tiene ocho años y hasta su estrella amarilla ha perdido.

Las obras de tinte social a veces suelen hacer explícito un solo mensaje, pero no es el caso de ¡Sálvate, Elías!. La elección del narrador es determinante para generar ese ambiente confuso e incompleto: falta información —y no se dice de manera explícita nunca—, faltan colores, mientras que las texturas y los personajes mismos parecen irremediablemente desgastados. Mucho tiempo ha pasado sobre ellos y no están en lo que se mira o lee, sino en ese lugar donde cada vez el lector consigue identificarse con ellos, con él: Emilio o Elías.