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jueves, 3 de enero de 2013

El ciempiés y la araña

Juan Gelman y Eleonora Arroyo
Primera edición, 2011


Taller de Comunicación Gráfica/Conaculta


Había una vez un día como cualquier día.

Una araña esperaba sentada al borde del camino más oscuro del bosque.

Se rascaba la cabeza, pensativa.

Al ver que venía el ciempiés, la araña se puso de pie y se le acercó muy respetuosa.

—Señor ciempiés —le dijo— ¿puedo recurrir a su gentileza para hacerle una pregunta? ¿Cómo hace usted para caminar, señor ciempiés? ¿Adelanta primero las cincuenta patas de la derecha y después las cincuenta de la izquierda? ¿O veinte y veinte? ¿O diez y diez? ¿O una y una?

Hay un gran número de primeras impresiones. Algunas vienen por los ojos, otras de oídas pero a veces aparecen de maneras que nos remiten a la niñez. Así conocí El ciempiés y la araña, alguien me lo leyó en voz alta.
Muchos esperamos con ansia la llegada de las ferias del libro, no sólo porque desde hace un par de años ferias como la FILIJ preparan una programación especial para ilustradores, o porque hay una gran variedad de novedades que uno se muere de ganas por tener, sino porque, tal como la navidad para algunos, para otros todas las ferias del libro reunidas en esas fechas de fin de año, son algo así como mágicas.
En uno de los primeros recorridos por la feria, en el stand de Conaculta encontré una nueva colección: Había otra vez. A ella pertenece este libro, cuyo texto es de Juan Gelman con ilustraciones de Eleonora Arroyo. Pero ese día no lo compré, porque cuando lo hojeé y leí yo sola parada en ese stand no ocurrió ninguna magia. No así días más tarde en el taller de la ilustradora Elena Odriozola y del editor Alejandro García, responsable precisamente de esta serie (y también conocido por los Libros del Zorro Rojo).
Para contextualizar el libro, Alejandro nos presentó a Juan Gelman a través de este texto de Eduardo Galeano:

El poeta Juan Gelman escribe alzándose sobre sus propias ruinas, sobre su polvo y su basura. Los militares argentinos, cuyas atrocidades hubieran provocado a Hitler un incurable complejo de inferioridad, le pegaron donde más duele. En 1976, le secuestraron a los hijos. Se los llevaron en lugar de él. A la hija, Nora, la torturaron y la soltaron. Al hijo, Marcelo, y a su compañera, que estaba embarazada, los asesinaron y los desaparecieron. En lugar de él: se llevaron a los hijos porque él no estaba. ¿Cómo se hace para sobrevivir a una tragedia así? Digo: para sobrevivir sin que se te apague el alma. Muchas veces me lo he preguntado, en estos años. Muchas veces me he imaginado esa horrible sensación de vida usurpada, esa pesadilla del padre que siente que está robando al hijo el aire que respira, el padre que en medio de la noche despierta bañado en sudor: ¡Yo no te maté, yo no te maté! Y me he preguntado: ¿Si Dios existe, por qué pasa de largo? ¿No será ateo, Dios? (Eduardo Galeano, El libro de los abrazos)

La gran pregunta que suelta Galeano: “¿Cómo se hace para sobrevivir a una tragedia así sin que se te apague el alma?” parece abrir un nuevo trecho de respuestas (y más preguntas) con este libro, equivocadamente etiquetado como libro para niños (que los libros ilustrados son para todos).
Las ilustraciones de Eleonora Arroyo narran paralelamente microhistorias de los personajes. La técnica sumamente plástica llena de calidez el ambiente del bosque: pintura, estampados, texturas y papeles de colores estructuran el escenario en el que la acción se muestra de manera cinematográfica, con tomas abiertas (ante la pregunta y la larga reflexión), tomas medias (cuando cada quien hace lo suyo: la araña teje con agujas, el ciempiés limpia sus botas), o acercamientos tremendos (cuando el silencio crece y cala). Entonces ya no se distinguen ni siquiera los personajes principales, sino quienes habitan el bosque y también quieren una respuesta. Así todos los lectores somos una libélula, un trío de aves, un grupo de mariposas. El abandono final de las botas es tan contundente como el texto: los zapatos solos no van a caminar. El bosque ha quedado desolado.
Así, cuando el ciempiés intenta responder a la araña, simplemente no lo logra:

Hubo un largo silencio. La araña se fue. Entonces el ciempiés se puso a pensar cómo caminaba. Y no caminó nunca más.

Pues para que el alma no se apague, no se piensa cómo caminar, solo se sigue caminando.

***************
En medio de la clase mi teléfono sonó. Le había prestado mi celular a Alejandro para leer el fragmento de Galeano. Era mi contador que, inesperadamente tenía el mismo nombre que el papá de Alejandro, y eso lo desconcertó. Denegó la llamada, terminó de leer y me devolvió el aparato. Entonces nos leyó en voz alta el libro. Me quedé releyendo la cita sobre Gelman cuando entró otra llamada. Era mi mamá. Mi abuela acababa de morir en Mazatlán. Eran pasadas las cuatro de la tarde. No había mucho que pudiera hacer, así que entré al baño de La Esmeralda un momento (que coincidió con el receso) y volví a la clase sin saber exactamente qué hacer. A la salida, me compré el libro y me fui caminando y leyendo, leyendo y caminando hasta mi coche.

lunes, 7 de febrero de 2011

La niña desdichada


Libro ilustrado
Publicado en 1961
Primera edición: 2010


Había una vez una niñita que se llamaba Charlotte Sophia. Sus padres eran bondadosos y acomodados.
La niñita tenía una muñeca a la que llamaba Hortense.
Un día a su padre, coronel del ejército, lo destinaron a África.
Meses más tarde recibieron al noticia de que lo habían matado durante un alzamiento popular.
Su madre entró en un declive que resultó fatal.
Al único pariente que le quedaba, un tío, le rompió la crisma un trozo de mampostería.
Charlotte Sophia quedó en manos del abogado de la familia.
El abogado la puso de inmediato en un internado.


!
Era el último día en la FIL de este año y yo no había tenido oportunidad de darme una vuelta con calma por la feria para comprar algo. Ya me había maravillado por la oferta de los Libros del Zorro Rojo, y ahí me dirigí antes de mi última cita. Soñaba con llevarme una de las cajitas de Edward Gorey, pero mi presupuesto era limitado. A tono con mi sentimiento, compré La niña desdichada, con la esperanza de que el humor negro de Gorey fuera buena compañía en el viaje de regreso...

*
El trabajo de Edward Gorey se caracteriza por una delicadeza sin límites. Hechos a línea, tinta y acabados refinados, los expresivos personajes de Gorey reflejan un gran dinamismo página a página. Su estilo es muy cercano a la tira cómica, de ahí quizá ese formato pequeño de sus libros, tan adecuado, tan exacto como el tejido de sus historias.

+
La pequeña Charlotte Sophia, una niña bien acomodada, vive feliz con sus padres en una casa con todos los lujos de los que pueda gozar. Paso a paso, lo pierde todo. La desdicha se va sembrando en su vida y ni ante una vuelta de tuerca del destino, será posible recobrarse.
La exageración contenida de Gorey a veces no da pie de inmediato a la risa. Utiliza con cinismo la ironía para provocar un nudo en la garganta, y la inevitable aceptación de un destino escrito desde el título del libro de la vida de la niña desdichada.

jueves, 18 de noviembre de 2010

Buscando a Alaska


NOVELA

Primera edición: 2006
Tercera reimpresión: 2010
Castillo de la Lectura




Una semana antes de que dejara a mi familia, la Florida y el resto de mi vida anterior para irme a un internado de Alabama, mi madre insistió en darme una fiesta de despedida.
[Mi papá] también había asistido a Culver Creek, el mismo internado al que me dirigía, igual que sus dos hermanos y todos sus hijos. Creo que le gustaba la idea de que siguiera sus pasos. Mis tíos me habían contado historias de cuán famoso había sido en la facultad, de cómo se la había pasado armando relajos y al mismo tiempo aprobando con las mejores calificaciones todas sus clases. Esa vida sonaba mejor que la que yo tenía en Florida. Pero no, no era por papá. No exactamente.
—Esperen —entré al estudio de papá y encontré la biografía de François Rabelais. Me gustaba leer biografías de escritores, aunque (como era el caso de Rabelais) nunca hubiera leído nada de su obra. Pasé rápido las páginas hacia el final del libro y encontré una cita subrayada con marcador (“¡Nunca uses un marcador en mis libros!”, me había indicado mi papá mil veces; pero, ¿de qué otra manera se supone que encontrarás lo que buscas?)—. Este tipo —dije, de pie en el umbral de la sala—, François Rabelais, era un poeta y sus últimas palabras fueron: “Voy en busca de un Gran quizá”. Por eso me voy. No quiero espera hasta morir para empezar a buscar un Gran quizá. 

Primera impresión
En una época de intercambio de lecturas, Santiago me presumió que acababan de salir un par de libros de Editorial Castillo, cuyas portadas había ilustrado él. Uno era de miedo y otro de una muerte inesperada. Escogí, como es obvio, el de la muerte. Pero la espera duró varias páginas, y aún así no me arruinó demasiado el libro, aunque sí le reclamé como probablemente usted, querido lector, me reclamará si tiene a bien leer el libro y no encuentra esa muerte inesperada pronto. No importa.
Debí haber escrito esta reseña hace varios meses, pues entonces leí el libro y lo tenía más fresco. Pero es un libro tan triste que por alguna razón no lo hice. Tal vez no quería devolverlo aún (préstamo como fue del sr. Mano de papel), y ahora estoy lista para dejarlo ir, pues me quedo con el recuerdo y las citas favoritas.

No tiene ilustraciones, pero sí una gran portada que bien pueden ver aquí arribita.

Reseña
Miles, joven de 16 años, es enviado a estudiar a un internado. Poco popular y tímido, pronto hace muchos amigos, travesuras, bebe a escondidas, fuma, y se enamora perdidamente de Alaska, quien cambia para siempre su forma de ver el mundo.

Opinión
Este libro trata del amor, la muerte, la identidad. Me gusta que esté narrado en primera persona por el protagonista y ver cómo crece y cambia. Están claros los estragos provocados por el amor y la muerte, pérdidas a su manera los dos. Quién fuera Alaska para la quisieran a una así...

Citas favoritas
"Vagamente recuerdo a Lara de pie en la puerta, la habitación oscura, afuera oscuro, todo leve y cómodo pero un tanto giratorio, el mundo pulsando como si fuera un ritmo pesado de batería. Vagamente recuerdo al sonrisa de Lara desde la puerta, la relumbrante ambigüedad de la sonrisa de una chica, que parece prometer una respuesta a la pregunta, pero que nunca la da. La pregunta, aquella que todos hemos estado preguntando desde que las niñas dejaron de ser asquerosas, la pregunta que es demasiado simple para no ser complicada: ¿le gusto o no le gusto?" (p. 94)

"Así tal cual. De cien kilómetros por hora a dormirse en un nanosegundo. Yo quería acostarme junto a ella en el sofá, abrazarla y dormir. No coger, como en esas películas. Ni siquiera tener sexo. Sólo dormir juntos, en el sentido más inocente de la frase. Pero me faltaba valor, ella tenía novio, yo era torpe, ella era preciosa, yo era un aburrido sin remedio y ella era fascinante hasta el infinito. Así que regresé a mi habitación y caí sobre la litera inferior, pensando que si las personas fueran lluvia, yo sería llovizna y ella, un huracán." (p. 127)

"Ahora se ponía más fría con cada hora que pasaba, más muerta con cada una de mis exhalaciones. Pensé: 'Ése es el miedo: perdí algo importante, no lo puedo encontrar y lo necesito. Es un miedo semejante al de alguien que perdiera sus lentes, fuera a la óptica y le dijeran que todos los lentes del mundo se acabaron y que tendrá que vivir sin ellos'." (pp. 201-202)

lunes, 15 de marzo de 2010

El corazón y la botella

Libro álbum
Primera edición: 2010
Colección Los Especiales de A la Orilla del Viento

Había una vez una niña, como cualquier otra niña; tenía la cabeza llena de curiosidad por todas las maravillas del mundo, llena de imaginaciones sobre las estrellas, llena de asombro por el mar. Le fascinaba encontrar cosas nuevas... hasta el día que encontró el sillón vacío.

Primera impresión
De oídas y por rumores me enteré de El corazón y la botella. Por fin en noviembre Jorge lo encontró en Amazon en inglés, pero en la FIL lo busqué sin éxito. Ya sabía que el libro me haría llorar. Ceci me lo platicó hace año y medio, cuando vino Jeffers a dar un curso y les mostró los bocetos. No se contuvo, me dijo, y lloró. Nada más contarme la trama casi lloro yo también. En fin. 
Es ya casi una tradición encontrar libros memorables en el Fondo de la Condesa. Mis libros favoritos. 
Los libros llegan en ciertos momentos precisos de la vida. O más bien, hay ciertos libros que es como un premio encontrar, como cuando alguien inesperado te sonríe o como si acabaras de hacer un nuevo amigo (como diría Gabriel Zaid) y así terminan siendo parte de ti como si lo hubieran sido siempre, incluso antes de que los leyeras.

Las ilustraciones de Jeffers son muy plásticas. Usa óleos (o acrílicos), pero en esta ocasión también incluye recortes fotográficos y lápices (grafito y de colores). Muchos blancos donde es necesario, mucho color donde la narrativa lo requiere. Exacto. Perfecto. Justo. Así es el trabajo de Oliver Jeffers.

Reseña
Una niña pequeña descubre el mundo. Pero no está sola, la acompaña siempre un interlocutor (¿su padre, su abuelo?) con quien habla y negocia el origen de las cosas. La alegría por sorprenderse es compartida. Hasta que un día encuentra un sillón vacío.

Opinión
Para un niño el mundo existe a pedazos. Descubre un trozo y se lo apropia. Un niño deja de ser uno con su madre para volverse dos con el mundo y entonces comienza a tratar de entenderlo. En El corazón y la botella además, se hace patente que el mundo no está constituido por toda la humanidad para un niño, sino por él, por sus padres, por ciertas personas importantes.
La niña tiene a su padre y cuando éste desaparece ningún lector puede contradecir la lógica del libro arguyendo: ¿dónde está la mamá?, ¿dónde algún tío?, ¿la abuela?, ¿un hermano? Es claro que quien dota de sentido a su mundo es sólo esa persona, a quien se vuelve insoportable perder. Cuando el padre se va, el mundo y su fascinación por él desaparecen.
Jeffers ya antes había hablado en sus libros de la amistad y en general de los vínculos que se generan en toda relación humana. Por primera vez su protagonista es una niña, y el vínculo entre un padre y su hija. 
El mundo se presenta ahí afuera y la sed por conocerlo de la niña no sólo la conecta con su padre, sino con el mundo y, sobre todo, consigo misma. Pero, ¿qué pasa cuando ese puente entre ella y el mundo desaparece? Deja de ser capaz de sorprenderse ante ese mundo que se lleva algo (la imagen del mar), y se niega también a sí misma la oportunidad de ser, de conocerse, de estar y vivir.
Cuando el sillón ya no puede darle la respuesta a la pregunta más importante (¿qué es la vida, qué es la muerte?), puede llevarle más de lo pensado encontrarla sola. Pero lo hará, tarde o temprano, y se reencontrará consigo misma en el mundo. 
Así de necesarias son la vida y la muerte.

lunes, 22 de febrero de 2010

Lucas

Novela
Primera edición: 2009
A Través del Espejo

Vi a Lucas por primera vez el verano pasado, en una hermosa tarde de finales de julio. En ese momento no sabía quién era... De hecho, ahora que lo pienso, ni siquiera sabía qué era. Desde el asiento trasero del auto apenas pude distinguir una criatura vestida de verde que caminaba sigilosamente a lo largo del Stand en medio de una brillante nube de calor. Era una figura delgada y andrajosa con pelo rubio color paja y una manera de andar —me hace gracia recordarlo ahora—, una manera de andar que susurraba secretos al aire.

Primera impresión
Me recomendaron Lucas concretamente para El Morbito. Como quien me lo recomendó lo hizo con tanto ahínco, comencé a imaginarme que realmente le gustaba el libro, y me dio mucha curiosidad leerlo. Pero cuando llegué a la oficina, me di cuenta de que no era la única curiosa y esperé un par de semanas. Las primeras setenta páginas son un gran planteamiento: parece que nada va a ocurrir, todo transcurre demasiado lento. Pero la historia no tarda en tomar su ritmo y una vez que lo hace resulta difícil dejar de leerlo.


Reseña
Cait McCann, una niña-joven de 15 años, vive con su padre en Hale, una pequeña isla inglesa. Dom, su hermano, llega de visita de la universidad. Cait ve por primera vez a un joven de cabello rubio y de inmediato se queda prendada de él. Una historia llena de pasiones encontradas, mentiras, intrigas, amor y dolor.

Opinión
A los 15 años todo suele ser extraño. Narrada en primera persona, Cait cuenta la historia de lo que ocurrió con Lucas, un chico misterioso a quien apenas conoce y que va develando poco a poco su personalidad para que  Cait descubra en ese trayecto la suya. Parece que nada ocurre, pero dentro de la gama de sentimientos contenidos y acciones sin ejecutarse, grandes revelaciones tienen lugar. No digo más porque no me gustaría arruinar nada, basta decir que cosas malas se avecinan siempre, anunciadas por la narradora desde la primera página, pero ¿qué cosas? Hay amor correspondido, se es joven, ¿qué podría salir mal? ¡Descúbralo! 

Citas favoritas
· “No creo que la valentía sea algo de lo cual haya que sentirse particularmente orgulloso. Por lo general se trata sólo de hacer algo que no quieres hacer con tal de evitar hacer algo de lo que tienes aún menos ganas.” 
· “Conténtate con lo que eres y no busques cambiar; ni temas el último de tus días ni lo añores”.
Marco Valerio Marcial


domingo, 24 de enero de 2010

Una dulce historia de mariposas y libélulas



ilustraciones: Pep Monserrat
Novela ilustrada
Primera edición en español: 2008

Desde lo alto, a un paso de las nubes, el río Amarillo se ve igual que una lengua sinuosa abriendo la tierra, separando las dos orillas o los cañones que lo encajonan.
Desde lo alto, el río Amarillo parece retorcerse en la distancia como un ser vivo, serpenteando por entre los riscos rojizos y las mesetas que descienden escalonadamente hacia su luminosa senda oscura.

Primera impresión
Durante mucho tiempo estuve buscado un libro de Jordi Sierra i Fabra (Kafka y la muñeca viajera). Agotado en toda librería de la ciudad, comencé a buscar otras obras de este autor. Preciosos como son los libros de Siruela, encontré Una dulce historia de mariposas y libélulas. No lo leí de inmediato. De hecho, encontré al fin el libro de Kafka..., lo leí y, siendo sinceros, no fue de mis favoritos, por lo que dejé descansando en el librero los demás que ya tenía de este autor.

Pero hace tres días que acababa de terminar un libro y, como salía con prisa de mi casa, tomé del librero un libro de Siruela que confundí con Escalofriantes historias de niños prodigio. Al encontrarme en un camión y decidirme comenzar a leer este último, con sorpresa me descubrí con Una dulce historia... que, luego de tanto preámbulo, me propongo reseñar aquí. Me esperaba un largo trayecto a lo largo de la ciudad en camiones, peseros y metros, así que resignada, lo comencé a leer y, grato descubrimiento, trataba sobre la muerte.

Con pocas ilustraciones, pero a todo color, Pep Monserrat captura la estética de las pinturas chinas para narrar con tintas y manchas el dolor que un padre, una madre, una familia y un pueblo entero sienten ante la muerte de un niño. La naturaleza es siempre esencial tanto en las pinturas como en los relatos chinos (basta leer el primer párrafo de la novela que puse al principio), y con ella se ven reflejados los más profundos sentimientos de esta familia, de este padre que, pese a la quietud y serenidad que aún persisten en el ambiente, pasa por los días más difíciles de su vida.

Reseña
Qin ha perdido a su hijo, Zhai, de sólo 12 años. A esa edad los niños ya son hombres y, al morir sin tener una esposa, están condenados a vagar para siempre en la oscuridad. Qin da todo lo que le queda (menos de mil yuanes y un burro) para poder emprender un viaje en busca de una esposa para su hijo y poder llevar a cabo el ritual del minghun y unirlos para toda la eternidad.

Opinión
Difícil de entender para las zonas civilizadas de China, el minghun es un ritual prohibido ya en ese país. Sin embargo, en las pequeñas poblaciones lo siguen practicando a escondidas, pues es necesario para que sus muertos puedan morir en paz.

Al abrirse uno como lector a temas como que las mujeres desposadas por los hombres son compradas por éstos, que incluso una mujer muerta pueda ser vendida para unirse en el más allá con su esposo, es posible entender la tradición del minghun y también la idiosincrasia de la cultura china que, alejada y hasta cierto punto excluida de las zonas más ricas del país, lucha por lo que es esencial en la vida y en la muerte.

El texto está construido con gran maestría. Respeta y evoca la paz del arte chino para delinea un personaje muy verosímil que, destrozado por el dolor, se muestra fuerte y vivo por conseguir que su hijo muera con dignidad. Un viaje que muestra rasgos de esta cultura a partir de sus rituales, así como el choque cultural que al interior del país se vive, y donde la felicidad se encuentra en lo esencial que habita más allá de toda posesión material.

Un trabajo muy sucio



Novela
Primera edición: 2009



Charlie Asher caminaba por la tierra como camina una hormiga sobre la superficie del agua, como si, al más leve tropiezo, pudiera caer en picado y verse engullido por los abismos. Dotado de la imaginación de un macho beta, pasaba gran parte de su tiempo escudriñando el porvenir por si lograba atisbar las formas en que el mundo conspiraba para matarlo. A él, a su esposa, Rachel, y ahora también a Sophie, su hija recién nacida. Pero, pese a su concentración, pese a su paranoia y sus incesantes desvelos, desde el momento en que Rachel hizo pis y en la prueba de embarazo salió una rayita azul, hasta el momento en que la llevaron a la sala de reanimación del St. Francis Memorial, la Muerte logró colarse en su vida de rondón.


Primera impresión
Desde que era chica y a la fecha, pienso mucho en la muerte. Supongo que todos los seres humanos le tememos por igual, pero luego me doy cuenta de que no todo el mundo le da tanta importancia a la muerte. Hay quienes viven como si nunca fueran a morir o simplemente no parecen preocupados por eso, hay a quienes la muerte les llega de sorpresa, hay quienes, aún gozando de la mejor salud y teniendo toda su vida por delante, no consiguen hacer a un lado la idea de que un día morirán. O tal vez somos eso en cierta medida, y es en ciertos momentos que la muerte puede presentarse en forma de pensamiento, de pérdida o de literatura. Y es en la literatura donde aprendemos, la literatura que nos prepara para la vida.

Reseña
Charlie Asher teme a la muerte. Todo el tiempo piensa en todo lo que puede suceder. Es una persona sumamente nerviosa y aprehensiva. Para darle más fuerza a todos sus temores, su esposa Rachel de hecho muere a pocas horas de dar a luz a su hija Sophie. Una extraña aparición de un hombre de verde, seguida de una carta que llega a Charlie anunciándole que tendrá que volverse recolector almas, dan forma a esta novela de humor negro y enseñanza sobre el duelo y la muerte.

Opinión
Por lo general cuando alguien muere en una historia, sobre todo en una narrada con un peculiar tono cómico, la muerte se siente en una escena o dos y pasa de largo para llegar a lo que sigue. Esto no ocurre en Un trabajo muy sucio, donde el dolor ante la muerte de Rachel se hace sentir desde que ocurre y a lo largo de toda la novela. Sabemos de la personalidad aprehensiva de Charlie y sabemos que Rachel era todo para él. Pero es un gran hallazgo que, dentro de una historia donde habita la realidad y la fantasía, subsista un mensaje que habla literalmente de la muerte, de cómo se puede superar, de qué es el duelo y en fin, de cómo seguir viviendo aún con la idea siempre presente de que un día nuestros seres más queridos morirán y también nosotros.

A falta de ilustraciones que comentar, pues este libro no tiene más que en la portada (y una muy desafortunada, por cierto), cierro con esta cita sobre la fe:


—Lo he visto una y otra vez —dijo Charlie—. Más con los hombres que con las mujeres, pero con ambos, desde luego: muere el marido o la mujer, y es como si el superviviente quedara unido al otro con una cuerda, como un alpinista que hubiera caído en una grieta. Si el superviviente no se suelta (si no corta la amarra, supongo), el muerto lo arrastra a la tumba. Creo que eso me habría pasado a mí... Había algo más grande que yo, más grande que mi dolor. Esa es la única razón por la que he llegado hasta aquí.

lunes, 26 de octubre de 2009

La caricia de la mariposa


Christian Voltz
LIBRO ÁLBUM

Primera edición: 2005
Segunda edición: 2008
Kalandraka

—Dime, abuelo, ¿dónde está la abuela?
—Bueno, hijo, verás... Unos dicen que está bajo tierra, con los gusanos y las lombrices... ¡Ya ves! Con el miedo que le daban a ella los bichos... Otros piensan que está allí arriba. Volando entre las nubes. ¡Con sus ochenta y cinco kilos! Pero yo sé... ¡que no está tan lejos!

Primera impresión
En un mar de libros, como suelen ser las ferias del libro, encontré una mesa donde todos los libros de Kalandraka costaban sólo cincuenta pesos: el paraíso. Había echado un vistazo antes a las ilustraciones de Voltz, pero no había leído con detenimiento ninguno de sus libros. Compré varios en esa ocasión, pero mi favorito sin dudas fue éste: La caricia de la mariposa. El tema de la vida y la muerte me encantan y es a través del discurso de la ilustración que uno puede disfrutar de su melodía de manera profunda, en un acorde doblemente poético.

Las ilustraciones de Voltz son collages tridimensionales. Utiliza pedacería de telas, de alambres, madera y hasta ciertos elementos orgánicos, como tierra, semillas y más. Construye a sus personajes de manera muy original con objetos reales y sus escenarios eminentemente teatrales tienen sin embargo un toque sensorial, muy táctil, que dan ganas de oler y tocar.

Reseña
Un niño y su abuelo comienzan el día y se disponen a trabajar la tierra. Una mariposa revolotea cerca de ellos. Mientras le explica cómo sembrar, el abuelo rememora a la abuela que ha muerto y le explica cómo sigue sintiéndola cerca, cómo en realidad no se ha ido lejos.

Opinión
Mientras que el abuelo y el niño están hechos con alambre, madera y restos de ropa, la abuela aparece dibujada a línea azul, siempre acompañada de una mariposa. El discurso visual es emotivo y eficaz. Gran libro álbum que enfatiza la necesidad mutua entre el texto y la imagen, a la vez que muestra la convivencia natural e inevitable entre la naturaleza (tierra y semillas) y el hombre (arado y riego), entre los animales (insectos, mariposas) y el humano (familia y tradiciones). Historia que devela ese lazo inquebrantable al fin entre los vivos y los muertos.

miércoles, 14 de octubre de 2009

Camino a casa


texto: Jairo Buitrago
ilustraciones: Rafael Yockteng
LIBRO ÁLBUM

Primera edición: 2008
Fondo de Cultura Económica
Los Especiales A la Orilla del Viento
Libro ganador del XI Concurso de Álbum Ilustrado


“Acompáñame de vuelta a casa
para tener con quien hablar y no dormirme en el camino.
El largo camino que me aleja de la ciudad.”


Primera impresión
Cada que hay publicaciones en la librería del FCE me entusiasmo y me pongo a leerlos. La verdad es que ese entusiasmo no siempre dura, pero en otras ocasiones crece. Un año después de haberse tenido que publicar, salió por fin Camino a casa. Y ha sido de esos libros que, de pie en la librería, de pronto las piernas se me vencen y me contengo para no ponerme a llorar. Es decir, es de esos libros bien escritos, ilustrados y que te conmueven sinceramente.

Ilustraciones
Líneas, líneas, color, mucho color. Escenarios completos, dos personajes, una voz leve grandes ilustraciones, un tono dulce y auténtico. Una niña, un león. Una ciudad. La ilustración y el texto se complementan tan bien que es difícil distinguirlos, imposible separarlos, injusto juzgar o leer uno sin el otro.

Reseña
Una niña invita a un león a acompañarla en su difícil trayecto de vuelta a casa. No pasa todos los días: una niña y un león. Pero para ellos dos parece de lo más natural.

Opinión
Cuántos libros álbum que existen y qué afortunada encontrar éste donde el texto y la imagen tal cual se necesitan el uno al otro, dialogan y se complementan. La narradora le habla de tú al león, la imagen en cambio muestra la situación que nadie más comparte. La relación entrañable se vuelve alegoría. Un león. Una figura imponente y también necesaria. Una vida compartida, interrumpida. Y, como todos los buenos libros, las relecturas inevitables.

viernes, 4 de septiembre de 2009

¡Sálvate Elías!


texto: Élisabeth Brami
ilustraciones: Bernard Jeunet

LIBRO ÁLBUM
Primera edición: 2006
Kalandraka

Libros para soñar

“Escucha bien, Elías. A partir de ahora, te llamas Emilio, ¿entiendes? Y el señor y la señora François son tu tío y tu tía. Tienes que portarte muy bien. Volveremos”.



Primera impresión
Movida por mostrarme un ejemplo de ilustraciones en volumen, Anie fue al librero y me entregó ¡Sálvate, Elías!. Yo no me esperaba que, además de lo grandioso de las imágenes —en técnica y en contenido— la historia fuera a ser de ésas que te paralizan frente a la última página, la línea final, que hacen brotar las lágrimas (de niña jamás lloré por un libro ni por una película, qué raro).

La historia que cuenta es de ésas que te hacen volver y revolver las páginas cuando terminaste de leer para tratar de comprender el torbellino que pasó sobre ti. Luego volví a la oficina con Anie, y me recibió con una gran sonrisa, como si supiera exactamente lo que me acababa de vivir en ese libro.

Las ilustraciones suscitan millones de sensaciones y segundas lecturas. Guardan un discurso de ambivalencia o ironía que también tiene la historia, pero consiguen darles la vuelta, como toda buena ilustración. Creadas con papel maché, cartones, papeles y más, los rostros de los personajes no reflejan ninguna emoción contundente, casi cada página contrapone un ambiente seco (enfatizado por colores ocres, oxidados) a una página blanca que acoge el texto; en su parte baja se pasean animales: patos, ratas, un perro, un animal distinto en cada página. Como si nadie sintiera o como si ninguno, niño ni animal, pudiera hablar lo que siente.

Reseña
Un día Elías y sus papás dejan la casa “sin echar la llave”. Elías sólo tiene ocho años y no comprende muy bien la situación. Sus padres se van y lo dejan en el campo con los François, quienes ahora tendrán que pasar por sus tíos. Pero ellos pronto arrancan la estrella amarilla de la manga de su camisa y la pesadilla inexplicable se vuelve más y más grande, y la eterna espera del regreso de los padres resulta absolutamente desoladora.

Opinión
Si el miedo más profundo de un niño es perder a sus padres, cuando Elías además tiene que renunciar a su propio nombre, pareciera que queda flotando en la nada, que deja de existir. Sólo tiene ocho años y hasta su estrella amarilla ha perdido.

Las obras de tinte social a veces suelen hacer explícito un solo mensaje, pero no es el caso de ¡Sálvate, Elías!. La elección del narrador es determinante para generar ese ambiente confuso e incompleto: falta información —y no se dice de manera explícita nunca—, faltan colores, mientras que las texturas y los personajes mismos parecen irremediablemente desgastados. Mucho tiempo ha pasado sobre ellos y no están en lo que se mira o lee, sino en ese lugar donde cada vez el lector consigue identificarse con ellos, con él: Emilio o Elías.

domingo, 24 de mayo de 2009

Tantos animalitos muertos


texto: Ulf Nilsson
ilustraciones: Eva Eriksson
LIBRO ILUSTRADO

Primera edición: 2008
Ediciones Castillo


Un día, estábamos aburridos. No había nada que hacer y queríamos divertirnos.
Entonces Ester encontró un abejorro muerto.
—Mira, aquí tengo algo —dijo emocionada—. ¡Algo triste y trágico!

Primera impresión

Un día fui a ver a Karen Coeman a Castillo. No conocía bien la colección de libros para niños de la editorial y me empezó a mostrar varios, para diferentes edades y con distintos estilos de ilustración. Cuando sacó Tantos animalitos muertos hizo una pausa y me empezó a contar la historia que descansaba dentro de sus páginas, mientras ella misma pasaba las hojas para que pudiera ver los dibujos. Fue como estar otra vez ante una cuentacuentos (mi maestra en preescolar, mi mamá, mi abuela) que desde hace tanto tiempo no tenía.

En las ilustraciones se nota el trazo a lápiz, suave y expresivo, que está en todos los personajes y en ciertos elementos del escenario del fondo, pero no en todos; coloreadas con acuarela, algunas plantas están de hecho pintadas con un toque impresionista. La paleta de color es muy armónica. Los personajes teatrales y reflejan con exactitud lo que sienten mientras actúan.

Reseña
Aburridos en un día de verano, Ester encuentra el primer animalito muerto, un abejorro. Se lo muestra al protagonista quien reacciona con asco y espanto; le tiene miedo casi todo, sobre todo a la muerte. Juntos entierran al abejorro. Ester hace el trabajo, el protagonista es bueno para escribir, así que se ofrece a ser el encargado de escribir los poemas póstumos. Pronto se les une el hermanito de Ester, Pepe, quien es el plañidero de su nueva empresa: una funeraria para animalitos muertos.

Opinión
El tema de la muerte es fascinante y puede ser abordado de maneras diversas. En Tantos animalitos muertos se muestran distintas reacciones hacia la muerte: Pepe pregunta y pregunta, teme y conoce; Ester, valiente al inicio, se deja conmover por los poemas del protagonista. En torno a todo el pragmatismo que es llevar una funeraria, no hay insensibilidad hacia la muerte, sino se le mira directo a los ojos.

jueves, 7 de mayo de 2009

La fuga


Pascal Blanchet
NOVELA GRÁFICA

Primera edición en español: 2007
Barbara Fiore Editora









Primera impresión
Sentada en las oficinas de Colofón, empecé a pasar las hojas de La fuga. El ritmo de las imágenes es capaz de hacerse escuchar: un hombre mayor se sienta frente a su piano a recordar. El arte y la vida van de la mano; el primero le provoca evocar el pasado, la otra transcurre como una canción.

Las ilustraciones son digitales, y la paleta consta de cafés y de rojo para enfatizar. Las imágenes conforman secuencias y a veces acentos. Hay una predominancia del lenguaje cinematográfico. Me encanta que en los acercamientos se notan detalles muy finos, como las líneas de contorno de rostro y manos, y la expresión facial del personaje. También se recurre en algunas páginas al collage, donde elementos incluidos están cargados de sentido: una cartilla militar, una discografía, una portada de un disco.

Reseña
En la ciudad, un hombre viejo llega a su casa, se sienta en el piano y recuerda. Así transcurre lo que dura su melodía un episodio distinto de su vida cada vez. La música es su ventana al pasado, pero se trata más de un vínculo consigo mismo que había olvidado. La fuga se convierte en un viaje interior.

Opinión
Con estos libros, a veces parecería que todo lo que habla de la vida, habla de la muerte, o que a una persona mayor sólo le pueden venir a la mente lo que quedó en el pasado. Pero con este personaje, la trabazón se debe a la anulación del contacto con el piano, como si se hubiera quedado sin voz. Por eso resulta tan representativo que no tenga texto, de ahí que el mismo autor lo defina como una novela gráfica. Así, con sólo imágenes, el libro se vuelve universal: accesible no importa la lengua que uno hable ni la edad que uno tenga. La vida y la muerte son cosa de todos.

lunes, 4 de mayo de 2009

El pato y la muerte

texto e ilustraciones: Wolf Erlbruch
LIBRO ÁLBUM

Primera edición en español: 2007
Barbara Fiore Editora


Desde hacía tiempo, el pato notaba algo extraño.
—¿Quién eres? ¿Por qué me sigues tan de cerca y sin hacer ruido?
La muerte le contestó:
—Me alegro de que por fin me hayas visto. Soy la muerte.

Primera impresión
Parada en la librería, me encontré con este libro. Ya antes, en una visita a Eva Janovitz, ella misma me lo mostró, junto con otro montón de libros que terminé comprando, pero no éste, ni siquiera lo leí. Y qué bueno, me habría dado una pena terrible ponerme a llorar ahí en su oficina, aunque casi igual fue hacerlo en la librería (por suerte no había nadie cerca).

Las ilustraciones son muy sencillas: lápices de colores sobre un papel ocre o blanco, luego recortado; así algunos elementos del fondo, que también son mínimos, como flores, árboles o un lago. Concreto y exacto; hasta La Muerte es sumamente expresiva y empática.

Reseña
Un pato un día se encuentra con la muerte. Nunca la había notado, pero siempre había estado con él. Quizá cualquiera podría imaginar el final, pero cómo un pato se hace consciente de su propia vida y de su propia muerte con la simpleza con que Erlbruch lo pone es definitivamente novedoso.

Opinión
Como ante Yo espero, muchos adultos suelen exclamar “Este libro no es para niños”. Pero pareciera que el tema de la muerte es tan ajeno a niños como a adultos. ¿Por qué negarle la estética de la muerte a un niño, a un adulto o a uno mismo?

Salvavidas

texto: Ricardo Chávez Castañeda
ilustraciones: Aitana Carrasco Inglés
CUENTO ILUSTRADO

Primera edición: 2006
Segunda reimpresión: 2008
Ediciones SM
Colección El Barco de Vapor - Azul (a partir de 7 años)



Empecé a llorar sin motivos cuando cumplí siete años.
—Nosotros no hemos hecho nada —decían asustados mi hermana y mi hermano que eran más pequeños que yo.
—Yo tampoco le hice nada —murmuró mi maestra cuando yo rompí en llanto mientras ella daba la lección de ortografía.
—Nadie le ha hecho nada —le explicó mi mamá a la doctora y a la dentista, cuando ambas terminaron rascándose la cabeza en el mismo consultorio.
—Todo está bien con este niño —concluyó la pediatra, luego de escuchar el latido de mi corazón.
—Sano y entero como roble —diagnosticó la dentista, después de asomarse por mi boca quizá para ver también mi alma.
Y sin embargo, yo continuaba llorando.


Primera impresión
La cuarta de forros fue creada para que el lector potencial se dé una idea de lo que hay dentro del libro, pero yo siempre he dejado al último esta parte porque muchas veces quien se encarga de hacerlo ridículamente cuenta el final o alguna parte importante que es mejor no conocer de antemano, y mejor opto por leer la primera página. Aquí, antes, he transcrito la primera página o el primer impulso del libro. Ésa fue la primera impresión que me causó: una intriga absoluta, ¿por qué llora este pequeño niño? O más bien, ¿por qué no puede dejar de llorar? Y aunque es un misterio, de alguna forma todos nos hemos sentido alguna vez así; en el fondo, no hay mayor misterio y, una vez más, la solución no parece ser tan importante como el trayecto en el cual el llanto comienza a calmarse y la revelación tiene lugar.

Honestamente, las ilustraciones también fueron una razón de peso para que tomara por primera vez el libro; las imágenes de Aitana me llaman mucho, sus personajes son exactos y se abocan a expresar una intimidad entre sí que en el texto se sugiere, pero que las ilustraciones reafirman. La técnica, collage, pasteles, tinta (?) Nunca he podido descubrir exactamente cómo consigue esas texturas y que todo se integre tan bien.

Reseña
Narrado en primera persona, un niño nos cuenta que un día comenzó a llorar y no pudo parar. Lo atienden toda clase de médicos, sus padres hablan con él, nada lo hace detenerse, hasta que un día consigue ponerlo en palabras. Tiene miedo a la muerte.

Ramona la mona

texto e ilustraciones: Aitana Carrasco Inglés
LIBRO ÁLBUM

Primera edición: 2006
Fondo de Cultura Económica
Colección Los Especiales A la Orilla del Viento

Ésta es la historia de cómo conocí a Ramona la Mona, que no es una mona sino mi hermanita


Primera impresión
Un gato descansa sobre un reloj. El tiempo está presente a cada paso en Ramona la Mona, así la muerte y el nacimiento; la vida. Irónicamente, conocí a Aitana un día antes de que se fuera (regresara) a vivir a España, y no sólo a ella, tampoco conocía de cerca sus libros, pero luego de hablar con ella por primera vez, quise de inmediato leerlos. Así empecé con éste que escribió, ilustró y que le valió el Premio A la Orilla del Viento en 2006, que además toca, entre los varios temas que trata, uno por demás fascinante: la muerte.

Las ilustraciones de Aitana siempre están cargadas de diferentes sentidos (toda buena ilustración lo está); sus personajes me fascinan y no sé si es por el peso enorme que tiene la profundidad de los ojos, o la facilidad con que danzan y muestran con su expresión corporal lo que dice el texto y lo que no. Siempre hay collage, pero increíblemente no se nota; las sombras puestas en el lugar preciso, las texturas, y un guiño que evoca un concepto constante en todo el relato, en el caso de este libro quizá sean los números, el tiempo.

Reseña
Un niño se asoma de frente en la primera página del libro y se presenta: es Bruno y está a punto de presentarnos su casa y los habitantes de ella: sus padres, sus abuelos y cinco peces dorados. Pero pronto, el número de habitantes cambiará...

sábado, 25 de abril de 2009

Yo espero









texto e ilustraciones de Davide Cali y Serge Bloch
LIBRO ÁLBUM

Primera edición: 2006
Ediciones SM
Colección Giraluna

Título original: Moi, J’attends...
Traducción: María Cristina Vargas de la Mora


Yo espero
...crecer
...un beso antes de dormir
...que el pastel esté listo
...que pare de llover
...que llegue la Navidad



Primera impresión
Rajel tenía sobre la mesa del comedor un libro alargadito en forma de carta, con un niño asomando por la ventana del sobre, en la mano un trozo de hilo rojo. Se lo había regalado su amiga Maricris, la traductora. Justo antes de comer lo empecé a leer. Cómo una idea tan simple podía tocar un tema tan profundo. Y, así, al tratar de cerrar esa carta a la que insistentemente uno como lector vuelve y vuelve a repasar y abrir y cerrar y releer, me quedé prendada de Yo espero.

La disposición de los elementos de ilustración y texto en cada página es de suma limpieza: un fondo blanco donde se presenta con mínimos elementos al protagonista y el escenario trazados a línea y un simbólico hilo rojo que se extiende por todo el libro.

Reseña
Un niño sin nombre cruza la página que se extiende horizontal y jala un hilo con todas sus fuerzas; el libro comienza: “Yo espero ...crecer”. Así se despliegan todas las posibilidades de lo que puede esperar en distintas situaciones y, sobre todo, en cada etapa de su vida. Se cuenta la historia de la vida de un personaje, pero también, del lector que mira atenta la carta de la vida.