lunes, 15 de marzo de 2010

El corazón y la botella

Libro álbum
Primera edición: 2010
Colección Los Especiales de A la Orilla del Viento

Había una vez una niña, como cualquier otra niña; tenía la cabeza llena de curiosidad por todas las maravillas del mundo, llena de imaginaciones sobre las estrellas, llena de asombro por el mar. Le fascinaba encontrar cosas nuevas... hasta el día que encontró el sillón vacío.

Primera impresión
De oídas y por rumores me enteré de El corazón y la botella. Por fin en noviembre Jorge lo encontró en Amazon en inglés, pero en la FIL lo busqué sin éxito. Ya sabía que el libro me haría llorar. Ceci me lo platicó hace año y medio, cuando vino Jeffers a dar un curso y les mostró los bocetos. No se contuvo, me dijo, y lloró. Nada más contarme la trama casi lloro yo también. En fin. 
Es ya casi una tradición encontrar libros memorables en el Fondo de la Condesa. Mis libros favoritos. 
Los libros llegan en ciertos momentos precisos de la vida. O más bien, hay ciertos libros que es como un premio encontrar, como cuando alguien inesperado te sonríe o como si acabaras de hacer un nuevo amigo (como diría Gabriel Zaid) y así terminan siendo parte de ti como si lo hubieran sido siempre, incluso antes de que los leyeras.

Las ilustraciones de Jeffers son muy plásticas. Usa óleos (o acrílicos), pero en esta ocasión también incluye recortes fotográficos y lápices (grafito y de colores). Muchos blancos donde es necesario, mucho color donde la narrativa lo requiere. Exacto. Perfecto. Justo. Así es el trabajo de Oliver Jeffers.

Reseña
Una niña pequeña descubre el mundo. Pero no está sola, la acompaña siempre un interlocutor (¿su padre, su abuelo?) con quien habla y negocia el origen de las cosas. La alegría por sorprenderse es compartida. Hasta que un día encuentra un sillón vacío.

Opinión
Para un niño el mundo existe a pedazos. Descubre un trozo y se lo apropia. Un niño deja de ser uno con su madre para volverse dos con el mundo y entonces comienza a tratar de entenderlo. En El corazón y la botella además, se hace patente que el mundo no está constituido por toda la humanidad para un niño, sino por él, por sus padres, por ciertas personas importantes.
La niña tiene a su padre y cuando éste desaparece ningún lector puede contradecir la lógica del libro arguyendo: ¿dónde está la mamá?, ¿dónde algún tío?, ¿la abuela?, ¿un hermano? Es claro que quien dota de sentido a su mundo es sólo esa persona, a quien se vuelve insoportable perder. Cuando el padre se va, el mundo y su fascinación por él desaparecen.
Jeffers ya antes había hablado en sus libros de la amistad y en general de los vínculos que se generan en toda relación humana. Por primera vez su protagonista es una niña, y el vínculo entre un padre y su hija. 
El mundo se presenta ahí afuera y la sed por conocerlo de la niña no sólo la conecta con su padre, sino con el mundo y, sobre todo, consigo misma. Pero, ¿qué pasa cuando ese puente entre ella y el mundo desaparece? Deja de ser capaz de sorprenderse ante ese mundo que se lleva algo (la imagen del mar), y se niega también a sí misma la oportunidad de ser, de conocerse, de estar y vivir.
Cuando el sillón ya no puede darle la respuesta a la pregunta más importante (¿qué es la vida, qué es la muerte?), puede llevarle más de lo pensado encontrarla sola. Pero lo hará, tarde o temprano, y se reencontrará consigo misma en el mundo. 
Así de necesarias son la vida y la muerte.

1 comentario:

Stel.la dijo...

qué buena pinta tiene "El corazón y la botella"
Me encanta O. Jeffers!!
gracias Abril!
:)