Libro álbum
Segunda edición: 2009
Mi padre siempre había sido el mejor padre del mundo. ¡Se estaba tan bien en sus brazos! Yo nunca me he divertido tanto como cuando jugaba con él. Cuando los dos jugábamos al escondite, yo podía pasarme horas buscándolo.Pero un día llegaron unos caballeros muy estirados y le preguntaron a mi padre que si quería ser rey. Cuando se marcharon, mi padre lucía una corona sobre su cabeza. De repente, mi padre pareció enorme.
!
En esta feliz navidad mi tío Héctor me regaló este libro. Al
entregármelo me advirtió: “Espero que no lo tengas”, y yo con miedo a sí
tenerlo ya, lo abrí. No lo tenía, y desde el título me conmoví mucho. Porque no sólo
los libros que leemos son parte de nosotros, a veces quien te los regala te da
una parte de sí mismo también que encontró en esa lectura.
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Las ilustraciones de Philippe Goossens son de una gran
plasticidad. Acrílicos de todos los colores, texturas y mucha vida habitan en
cada página de este libro. Goossens juega con las perspectivas, sus imágenes
son vertiginosas, evocan a la perfección el tamaño desmedido del rey ante el
niño, la lejanía del padre con su hijo, la luz y sombra que se ciñen en la
ausencia y presencia familiar a través de los ojos del protagonista.
+
Los adultos llevan una doble vida, o triple o cuádruple. Y
los niños quisieran que sólo fueran papás. Por eso, cuando nombran rey al padre
del protagonista, las escondidillas dejan de ser un juego, y su ausencia se vuelve real. No está detrás de la cortina del baño, ni escondido bajo
una cama; visible a todos, majestuoso e imponente, su figura imposible se convierte en ausencia. El aislamiento de tener un tamaño
descomunal se patenta y el protagonista extraña la cercanía de la que gozaba
cuando su padre tenía una sola vida.
No es una coincidencia que mi tío se haya conmovido
por esta historia, formando parte como la forma de una familia que vive a la sombra de un gigante.
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