viernes, 11 de febrero de 2011

La venganza de Edison

Javier Sáez Castán
Libro ilustrado
Primera edición: 2010
Mirador
 Para inventar la bombilla, no fracasé cuatrocientas veces;
tan sólo recorrí un camino de cuatrocientos pasos.
Thomas Alva Edison

Siempre creí que la historia de Aladino era un fraude.
No fue la lamparilla la que hizo aparecer al genio;
fue el genio quien hizo aparecer la lamparilla.
Prof. Vonderbuttis
El profesor Vonderbuttis sopesó la carta de recomendación sin llegar a rasgar el sobre, y luego hizo un gesto al joven para que se sentara.
—Descríbame sus méritos —dijo al fin, por toda presentación.
El aspirante tragó saliva desde el fondo de su butacón. En el pisapapeles de cristal que brillaba en medio de los documentos de la mesa como una estrella obligada a desempeñar labores burocráticas, se reflejaba la altísima puerta por la que acababa de entrar. Pero la puerta estaba cerrada y ya no podía volverse atrás.
—No poseo ninguno, profesor. Sólo la recta intención de aprender para llegar a ser un digno ayudante.

!
Hace algunos meses, tuve la fortuna de hacer la corrección de estilo de La venganza de Edison, libro ganador del premio Invenciones 2009. Había ido a la premiación durante la FIL de ese mismo año, donde Javier nos contó acerca de su faceta como escritor (paralela a aquella de autor de libros álbum), y de paso nos comentó de otro libro que tenía, muy parecido al tono de éste: Pom... pom... ¡Pompibol!. Se trataba de su primer libro, que había sido publicado cerca de diez años atrás por Anaya Infantil. Corrí a buscarlo y, suertuda de mí, quedaba uno. Descubrí este lado de Javier Sáez, tan a tono con sus libros álbum, pero llevada a un desarrollo casi delirante a partir del lenguaje. Gran amante de Lewis Carroll, cualquiera que sienta debilidad por Alicia en el país de las maravillas, no puede perderse de los libros de este gran autor.

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Fue un gran acierto de Andrea Fuentes designarle la ilustración del libro a su propio autor. Así nos encontramos con una obra redonda, en donde el diseño generado por las viñetas, ilustraciones y estructura de la obra generan y potencian el juego propuesto desde las palabras.
Las ilustraciones en blanco y negro de Javier, hechas con tinta a línea y una gran riqueza de texturas, dan vida a personajes y escenas sostenidas en el tiempo muestran una instantánea que el lector puede contemplar detenidamente, y que sin duda enriquecen su impecable prosa.

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El profesor Vonderbuttis entrevista a un joven para que se vuelva su ayudante en su extraña empresa. José Carlos Pradera habrá de estudiar a profundidad la vida y obra de Thomas Alva Edison y entender a su extraño jefe quien, más que dedicarse a inventar, desarrolla la teoría de la desinvención. Así surgen preguntas como: ¿Qué pasaría si cierto invento que parece absolutamente necesario para la civilización jamás hubiera sido inventado? ¿Qué pasa con todos aquellos descubrimientos que nunca fueron encontrados? ¿Qué pasaría si de pronto, con la Máquina de desinventar, borráramos del mundo y la memoria inventos tan importantes como la bombilla? Javier Sáez plantea este tipo de premisas para poner a sus protagonistas a jugar, como lo hiciera una pareja de niños una tarde cualquiera, sin repercusión alguna para la humanidad.
La obra de Javier es uniforme y coherente, baste recordar su serie de El pequeño rey (colección de libros álbum editada por Ekaré), donde un niño con cara de adulto juega a ser director de orquesta o general de infantería, niño al fin, que de manera lúdica se relaciona y acerca al mundo adulto que nunca le es lejano.
Al llevar al límite ciertas ideas, el profesor Vonderbuttis plantea las reglas del juego e invita a su asistente a jugar con él. Al final parecería que todo ocurre en su mente, pues con maestría ha trazado el camino de ida y vuelta, y no compromete nada. Todos siguen siendo los mismos, todo en orden, como cuando se termina de jugar. ¿O es que con sólo pensarlo la realidad no modificada físicamente no puede seguir siendo igual?
De ahí la maestría de Javier para lúdicamente poner sobre la mesa a reflexión y generar una crítica contundente de la ciencia, la filosofía y la historia de la humanidad. Sobra decir que cualquier lector estará agradecido de que un autor como Javier Sáez Castán lo invite a jugar con él.

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