Shaun Tan nació en 1974 y creció en Perth, Australia. En la escuela se volvió conocido por ser buen dibujante, lo que compensó que fuera el más pequeño de su clase. Se graduó de la Universidad de WA en 1995 con honores en Bellas Artes y Literatura Inglesa, y actualmente trabaja como ilustrador de tiempo completo en Melbourne.
Libros: The Rabbits, El árbol rojo, El objeto perdido, Emigrantes, Tales from Outer Suburbia
Películas: Horton y el mundo de los quien, Wall-e, Passion Pictures
Primera impresión
Gracias a mi buen amigo Jorge, me adentré en el mundo de los libros álbum con gran agilidad. Durante el legendario diplomado de ilustración en Casul, en la mesa donde solíamos sentarnos, hacíamos un intercambio semanal de nuestros libros favoritos. Jorge llevaba siempre grandes hallazgos desconocidos para muchos de nosotros. Así me presentó a Shaun Tan, artista australiano a quien tuve la fortuna de conocer ese mismo año en la FILIJ de 2007, y ahí también comprar, gracias a la distribución de Océano, tres de sus libros: Emigrantes, El árbol rojo y El objeto perdido. Al enterarnos de que estaría en el Seminario coordinado por Daniel Goldin, corrimos los de El Ilustradero a su conferencia.
Está por demás decir que, si de por sí las ilustraciones de Shaun Tan son impresionantes, verlas proyectadas en tamaño edificio sobre su cabeza me quitó el aliento. Ahí supe que su padre nació en China y llegó a Australia para conocer a la madre de Shaun y que él naciera. Él fue quien con gran disciplina y rigor le enseñó a dibujar, pero ya nos mostraba esa breve desviación que vive en el artista que sabe ver el intertexto y dar una segunda lectura fresca a un texto, a un familiar, a una fotografía o a la realidad. Nos mostró la interpretación de lo que puede salir de una fotografía de su barrio, la alegoría que nace de un texto sobre migración y una metáfora de los conejos (el libro The Rabbits no lo he podido conseguir, pero pude tocarlo y [h]ojearlo una vez), y cómo no es necesario vivir en carne propia ciertas experiencias para expresarlas con toda la fuerza de un artista que las comprende hasta la médula. Es más, hasta el propio Daniel Goldin aseguró que Shaun Tan lo había impresionado, en tanto que era un joven de treinta años con la sabiduría de un hombre de cien.
De ahí que Shaun no haya jamás emigrado, ni caído en una profunda depresión o creído que el cielo podía ser verde, y el piso moverse en direcciones que sólo corresponden a la casa del Tío Chueco, pero hacer al lector sentir que él mismo es parte de esa hazaña que sobrevive en sus libros, punzante, real, conmovedora que es transmitir lo que no se ha vivido y leerlo aunque sólo se haya experimentado a través del arte de la literatura y la ilustración.
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