martes, 20 de octubre de 2009

El curioso incidente del perro a media noche


Mark Haddon
Traducción de Patricia Antón de Vez
20ª edición: 2008
Salamandra


Pasaban 7 minutos de la medianoche. El perro estaba tumbado en la hierba, en medio del jardín de la casa de la señora Shears. Tenía los ojos cerrados. Parecía estar corriendo echado, como corren los perros cuando, en sueños, creen que persiguen un gato. Pero el perro no estaba corriendo o dormido. El perro estaba muerto.


Primera impresión
Decían “léelo”, decían que era un libro que casi de una sentada iba a leer, decían que lo comprara, me hablaban de él, decían que era memorable y me volvían a decir “léelo”. Un día una amiga publicó un video narrado por una niña acerca de su hermanito autista (“Mon petit frère de la lune”) y otros amigos comenzaron a comentar, hasta llegar a El curioso incidente del perro a media noche. Pero fue hasta este cumpleaños que Rox me lo regaló y hasta esta semana que casi literalmente de una sentada lo leí. Y como toda gran historia, hoy que terminé de leerlo, siento ese gran vacío que se genera cuando los personajes se vuelven parte de ti, cuando sientes que los conoces, y cuando te das cuenta de que la historia acabó y sientes que los vas a extrañar; desde la entraña lo sientes.

Ilustraciones
Aunque es una novela, El curioso incidente del perro a media noche tiene algunos dibujos, juega con la tipografía y se apoya en recursos gráficos que consiguen que uno como lector se meta de lleno en la historia y sienta y comprenda lo que Christopher, adolescente autista, percibe y siente.

Reseña
Christopher descubre muerto a Wellington, el perro de su vecina, la señora Shears. Le gustan los perros porque son leales y más inteligentes que muchas personas que conoce. Le duele que lo hayan matado y está dispuesto a descubrir al asesino. Fanático de Sir Arthur Conan Doyle, de las historias de Sherlock Holmes, del Perro de los Baskerville. Christopher comienza a y a hacer de detective y a escribir una novela policíaca (que de hecho tenemos en las manos), gracias a la cual nos damos cuenta de su vida, de su manera de razonar, de sus miedos, gustos y recuerdos, y develamos un misterio de la mano de este gran y original narrador.

Opinión
Este libro sin duda alguna se ha convertido en uno de mis favoritos. Apela por más de una vía al lector. Los dibujos que presenta para que uno consiga entender realmente de lo que está hablando el narrador, que aseguran que su mensaje sea unívoco y objetivo, y a la vez su conciencia franca de que el lenguaje está plagado de metáforas, de símiles y de mentiras; la serie de problemas matemáticos que cita y que lo fuerza a uno a sentarse detenidamente a seguirlos hasta comprenderlos o desechar la capacidad misma de entender otros; la responsabilidad emocional que a veces parece reducirse a la del lector, porque Christopher narra y describe, pero se confiesa incapaz de atar ciertos cabos, leer el lenguaje corporal (“la gente habla mucho sin utilizar ninguna palabra”), de expresar sus sentimientos como su padre o Siobhan (su maestra)... En fin, el punto de vista del narrador en apariencia sesgado recuerda que nunca es demasiada sensibilidad, que sólo se trata de conocer al otro y en esa medida ser pacientes para poder entenderlo y amarlo. Y está claro, no es tarea fácil.

1 comentario:

aitana carrasco dijo...

este es un libro maravilloso