Ilustraciones: Tony Ross
Libro álbum
Primera edición: 2009
Oceano Travesía
Nunca hubo un conejo más malo que Malvado Conejito. O por lo menos eso podríamos suponer después de leer la carta que dejó sobre su cama un día al regresar de la escuela.
Queridos Ma y Pa,
Siento decirles que HE HUIDO DE CASA. Estoy viviendo en el Basurero del Cañón del Diablo con mis nuevos mejores amigos. Nos hacemos llamar Los Conejos del Infierno, y mi nuevo nombre es MALVADO CONEJITO.
Primera impresión
Llegué un día a la oficina y Jorge acababa de comprar este libro. No me llamó demasiado la atención, aun cuando me dijo que estaba increíble (no siempre hay que creerle todo a los amigos, ni a los libros, ni a Jorge). Lo leí entonces en voz alta (para mí y para Jorge que de rebote tuvo que escucharlo). No paraba de reír. Lo leí a todo el que entraba a la oficina. Lo releí yo sola en mi oficina. Lo dejé sobre mi escritorio y le prohibí a Jorge llevárselo y lo releía para volver a reír. Sí es, sin duda, un libro increíble.
Las ilustraciones y el texto están relacionados íntimamente. Es de esos álbumes escrito por uno e ilustrado por otro que me hacen preguntarme cómo logran compenetrarse tan bien para generar un discurso único. Tony Ross, con tintas, colores y acuarelas genera una serie de personajes y situaciones que retratan a la par que la letra visiblemente hecha a mano, esta entrañable carta de Malvado Conejito, un álbum epistolar.
Reseña
Una carta aparece en la cama de Copo de Algodón. Va dirigida a sus padres y en ella les dice que su nuevo nombre es Malvado Conejito y lo ha dejado todo para unirse a los Conejos del Infierno.
Opinión
Aunque las cosas no siempre sean lo que parecen, llega un momento en la vida de todos (o quién sabe) en que queremos huir de casa y convertirnos en algo totalmente diferente. Bueno, no todos lo hacemos, algunos sólo lo soñamos o simplemente buscamos reinventarnos de formas más sutiles. Sea como sea, Malvado Conejito pone sobre la mesa varias cosas: 1. no hay que fiarse de las apariencias, 2. todo siempre puede ser peor, 3. hay que tener la confianza para equivocarse, 4. y el humor para reconocerlo. Así la risa priva al regaño, al castigo, a las consecuencias, y al final es posible volver a ser quien desde el principio se ha sido (y aunque saberlo no parezca tarea fácil, la respuesta a veces simplemente habita en esos pequeños actos, en ese sentido del humor tan de cada quien).
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