Novela
Primera edición: 2009
Charlie Asher caminaba por la tierra como camina una hormiga sobre la superficie del agua, como si, al más leve tropiezo, pudiera caer en picado y verse engullido por los abismos. Dotado de la imaginación de un macho beta, pasaba gran parte de su tiempo escudriñando el porvenir por si lograba atisbar las formas en que el mundo conspiraba para matarlo. A él, a su esposa, Rachel, y ahora también a Sophie, su hija recién nacida. Pero, pese a su concentración, pese a su paranoia y sus incesantes desvelos, desde el momento en que Rachel hizo pis y en la prueba de embarazo salió una rayita azul, hasta el momento en que la llevaron a la sala de reanimación del St. Francis Memorial, la Muerte logró colarse en su vida de rondón.
Primera impresión
Desde que era chica y a la fecha, pienso
mucho en la muerte. Supongo que todos los seres humanos le tememos por igual,
pero luego me doy cuenta de que no todo el mundo le da tanta importancia a la
muerte. Hay quienes viven como si nunca fueran a morir o simplemente no parecen
preocupados por eso, hay a quienes la muerte les llega de sorpresa, hay
quienes, aún gozando de la mejor salud y teniendo toda su vida por delante, no
consiguen hacer a un lado la idea de que un día morirán. O tal vez somos eso en
cierta medida, y es en ciertos momentos que la muerte puede presentarse en
forma de pensamiento, de pérdida o de literatura. Y es en la literatura donde
aprendemos, la literatura que nos prepara para la vida.
Reseña
Charlie Asher teme a la muerte. Todo el
tiempo piensa en todo lo que puede suceder. Es una persona sumamente nerviosa y
aprehensiva. Para darle más fuerza a todos sus temores, su esposa Rachel de
hecho muere a pocas horas de dar a luz a su hija Sophie. Una extraña aparición
de un hombre de verde, seguida de una carta que llega a Charlie anunciándole
que tendrá que volverse recolector almas, dan forma a esta novela de humor
negro y enseñanza sobre el duelo y la muerte.
Opinión
Por lo general cuando alguien muere en
una historia, sobre todo en una narrada con un peculiar tono cómico, la muerte
se siente en una escena o dos y pasa de largo para llegar a lo que sigue. Esto
no ocurre en Un trabajo muy sucio, donde el
dolor ante la muerte de Rachel se hace sentir desde que ocurre y a lo largo de
toda la novela. Sabemos de la personalidad aprehensiva de Charlie y sabemos que
Rachel era todo para él. Pero es un gran hallazgo que, dentro de una historia
donde habita la realidad y la fantasía, subsista un mensaje que habla
literalmente de la muerte, de cómo se puede superar, de qué es el duelo y en
fin, de cómo seguir viviendo aún con la idea siempre presente de que un día
nuestros seres más queridos morirán y también nosotros.
A falta de ilustraciones que comentar,
pues este libro no tiene más que en la portada (y una muy desafortunada, por
cierto), cierro con esta cita sobre la fe:
—Lo he visto una y otra vez —dijo Charlie—. Más con los hombres que con las mujeres, pero con ambos, desde luego: muere el marido o la mujer, y es como si el superviviente quedara unido al otro con una cuerda, como un alpinista que hubiera caído en una grieta. Si el superviviente no se suelta (si no corta la amarra, supongo), el muerto lo arrastra a la tumba. Creo que eso me habría pasado a mí... Había algo más grande que yo, más grande que mi dolor. Esa es la única razón por la que he llegado hasta aquí.
2 comentarios:
Tiene muy buena pinta... pero mejor pinta tiene elq ue andas leyendo de los niños prodigio... ese libro me interesa. ¿Lo reseñará usted, señorita?... así veo qué tal, y luego lo leo. Un abrazo grande.
Hola Aitana
Sí, ya terminé de leerlo, y no sólo su pinta es buena, el texto es genial... y la ilustraciones son del mismísimo Sowa, así que sí, será el próximo en ser reseñado.
un abrazo grande para usted también!
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